jueves, 8 de marzo de 2012

Luna Nueva ☾ Prefacio.




Me sentía atrapada en una de esas pesadillas aterradoras en las que tienes que 
correr, correr hasta que te arden los pulmones, sin lograr desplazarte nunca a la 
velocidad necesaria. Las piernas parecían moverse cada vez más despacio mientras 
me esforzaba por avanzar entre la multitud indiferente, pero aun así, las manecillas 
del gran reloj de la torre seguían avanzando, no se detenían; inexorables e insensibles 
se aproximaban hacia el final, hacia el final de todo. 
Pero esto no era un sueño y, a diferencia de las pesadillas, no corría para salvar 
mi vida; corría para salvar algo infinitamente más valioso. En ese momento, incluso 
mi propia vida parecía tener poco significado para mí. 
Alice había predicho que existían muchas posibilidades de que las dos 
muriéramos allí. Tal vez el resultado habría sido bien diferente si aquel sol 
deslumbrante no la hubiera retenido, de modo que sólo yo era libre de cruzar aquella 
plaza iluminada y atestada de gente. 
Y no podía correr lo bastante rápido... 
... por lo que no me importaba demasiado que estuviéramos rodeados por 
nuestros enemigos, extraordinariamente poderosos. Supe que era demasiado tarde 
cuando el reloj comenzó a dar la hora y sus campanadas hicieron vibrar el enlosado 
que pisaban mis pies —demasiado lentos—. Entonces me alegré de que más de un 
vampiro ávido de sangre me estuviera esperando por los  alrededores. Si esto salía 
mal, a mí ya no me quedarían deseos de seguir viviendo. 
El reloj siguió dando la hora mientras el sol caía a plomo en la plaza desde el 
centro exacto del cielo.

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