jueves, 29 de marzo de 2012

Amanecer ♟♜ Capítulo 14: Te enteras de lo mal que están las cosas cuando te sientes culpable por ser malo con un vampiro


Nadie me esperaba en el porche para recibir mi informe la siguiente vez 
que acudí a la casa blanca. ¿Me mantengo en alerta? 
“Todo en orden” pensé con desgana. 
Mis ojos captaron entonces un pequeño cambio en la ya familiar 
escena. Había una pila de telas de color claro en el último escalón 
del porche. Me acerqué trotando para investigar. Aguantando la 
respiración, porque el olor a vampiro se había impregnado en la 
tela como no podías imaginar, golpeé la pila con mi nariz. 
Alguien había dejado fuera ropa. Huh. Edward debió darse cuenta 
de mi irritación cuando salí corriendo por la puerta. Bueno. Era... 
agradable. Pero raro. 
Tomé la ropa con cautela con mis dientes, ugh, y las llevé hacia 
los árboles. Solo en caso de que todo esto fuera una broma de la 
rubia psicópata y fueran un montón de prendas de chica. Seguro 
que le encantaría ver la expresión en mi cara humana, mientras 
sujetaba desnudo un vestido de tirantes. 
En la protección de los árboles, dejé caer la apestosa pila y volví a 
mi forma humana. Separé las ropas, golpeándolas contra un árbol 
para airear algo del olor. Eran definitivamente ropas de chico, 
pantalones pesqueros y una camisa blanca. Ninguna de las dos lo 
suficientemente larga, pero parecía que me quedaban
suficientemente bien. Debían ser de Emmett. Doble los puños de 
las mangas, pero no había mucho que pudiera hacer con los 
pantalones. En fin. 
Tengo que admitir, que me siento mejor con algo de ropa, incluso 
si apesta y me esta pequeña. Era duro no poder volver a casa para 
coger un pantalón de chándal cuando los necesitaba. El asunto de 
ser vagabundo de nuevo, sin lugar al que volver. Sin pertenencias, 
aun no me importaba demasiado, pero pronto se volvería un 
estorbo. 
Exhausto, subí lentamente por los escalones del porque de los 
Cullen y mis nuevas ropas de segunda mano pero dudé al llegar a 
la puerta. ¿Llamo? Estúpido, ya saben que estas aquí. Me 
pregunto por qué nadie hacia mención de ese hecho, diciéndome 
que entrará o que me marchara. Que más da. Me encogí de 
hombros y entré. 
Más cambios. La habitación había vuelto a la normalidad, casi, en 
los últimos veinte minutos. , La pantalla plana estaba encendida, 
el volumen bajo, en la que podía verse una película para chicas, 
que nadie parecía estar mirando. Carlisle y Esme estaban junto a 
la ventana que daba a la parte de atrás, abierta de nuevo al río. A 
Alice, Jasper y Emmett no se les veía, pero podía oírles 
murmurando en el piso de arriba. Bella estaba en el sofá, como 
ayer, con un único tubo aún enganchado a ella y un monitor 
colgado detrás del sofá. Estaba doblada como en un burrito entre 
un par de espesas colchas, al menos me hicieron caso antes. 
Rosalie estaba sentada con las piernas cruzadas en el suelo al lado 
de su cabeza. Edward estaba en la otra punta del sofá con los pies 
envueltos pies de Bella en su regazo. Levantó la mirada cuando 
entré y me sonrió, solo un pequeño tic en su boca, como si algo le 
agradara. 
Bella no me oyó. Solo me miro cuando él lo hizo, y entonces 
sonrió también, con mucha energía, se le iluminó toda la cara. No 
podía recordar cuando fue la última vez que estuvo tan contenta 
de verme. 
¿Cuál es su problema? Por el amor de Dios, ¡esta casada! 
Felizmente casada, no había ninguna duda que estaba enamorada 
de su vampiro más allá del limite de la cordura. Y muy 
embarazada, para rematarlo. 
¿Así por qué tiene que estar tan entusiasmada de verme? 
Como si le hubiese alegrado el día simplemente entrando por la 
puerta. 
Si simplemente le diera igual, o mejor aún, no quererme allí. 
Sería mucho más fácil mantenerme al margen. 
Edward parecía estar de acuerdo con mis pensamientos, 
últimamente estábamos mucho de acuerdo en las cosas, es de 
locos. Estaba frunciendo el ceño, leyendo la expresión de su cara 
mientras ella me sonreía.  
-Solo querían hablar – Murmuré, mi voz llena de 
extenuación – no atacar en el horizonte. 
-Ya – contestó Edward – escuché casi todo. 
Eso me espabilo un poco. Estábamos a unas 3 millas - ¿Cómo? 
-Te escuchó con más claridad ahora, es cuestión de familiaridad y 
concentración. Además tus pensamientos son algo más fáciles de 
pescar cuando estas en tu forma humana. Así que pillé casi todo 
lo que pasó ahí fuera. 
-Oh – me fastidio un poco, pero no tenía motivos así que lo 
deje pasar – Mejor. Odio tener que repetirme. 
-Te diría que te fueras a dormir un poco- dijo Bella – pero 
creo que vas a caer rendido en el suelo en unos seis 
segundos, así que no tiene sentido hacerlo. 
Era increíble la mejoría que podía apreciarse en ella, lo 
mucho más fuerte que se le veía. Olí sangre fresca y pude 
ver que el vaso estaba de nuevo en sus manos. ¿Cuánta 
sangre iba a necesitar para poder seguir adelante? ¿En algún 
momento tendrían que ir trotando hasta la casa de los 
vecinos a por más? 
Me dirigí hacia la puerta contando los segundos por ella 
mientras caminaba. “Mississippi Uno...Mississippi Dos...” 
-¿Dónde esta el fuego, chucho? 
-¿Sabes como ahogar a una rubia, Rosalie? – contesté sin pararme 
o girarme para mirarla – Pegando un espejo en el fondo de una 
piscina. 
Pude oír como se reía Edward mientras cerraba la puerta.. 
Su estado de ánimo parecía mejorar en correlación con la salud de 
Bella. 
-Ya lo había oído – Rosalie dijo después de mí. 
Baje penosamente los escalones, mi objetivo insertarme lo 
suficiente dentro del bosque para que el aire fuera puro de nuevo. 
Tenia planeado dejarlas en algún lugar a la justa distancia de la 
casa para usarlas en el futuro, en lugar de llevarlas atadas a mi 
pierna, así no tendría que olerlas, mientras me desabrochaba los 
botones de la camisa, pensé que los botones nunca estarían 
hechos para los hombre lobo. 
Escuche as voces mientras avanzaba pesadamente por el 
césped.  
-¿Adónde vas? – preguntó Bella 
-He olvidado decirle algo. 
-Deja dormir a Jacob... puede esperar. 
Si, por favor, deja dormir a Jacob. 
-Solo será un momento. 
Me gire lentamente. Edward ya estaba saliendo por la puerta. 
Tenía una expresión de disculpa mientras se acercaba. 
-¿Y ahora qué? 
-Lo siento, - dijo, después dudo, como si no supiera como 
enunciar lo que estaba pensando. 
“¿En que piensas, lector de mentes?” 
-Cuando hablabas con los enviados de Sam antes – murmuró 
– estuve haciendo una “retrasmisión simultanea” para Carlisle, 
Esme y los demás. Están preocupados... 
-Mira, no estamos bajando la guardia. No tienes que creer a 
Sam como hacemos nosotros. Estamos como los ojos bien 
abiertos a pesar de eso. 
-No, no Jacob. No es sobre eso. Confiamos en tu juicio. A 
pesar de eso, Esme esta preocupada por las dificultades en las que 
esta situación esta poniendo a tu manada. Y me pidió que te 
hablara en privado de este asunto. 
Eso me pillo por sorpresa. -¿Dificultades? 
-Lo de estar sin casa en concreto. Se siente molesta sobre 
que estéis tan... desvalidos. 
Resoplé. Instintos maternales en la madre vampiro, que 
estrafalario. – Somos duros. Dile que no se preocupe. 
-Aun así quiere hacer lo que este en su mano. ¿Me pudo dar 
la impresión de que Leah prefiere no comer cuando es un lobo? 
-¿Y? – demandé. 
-Bueno, tenemos comida humana, Jacob. Para mantener las 
apariencias y por supuesto, para Bella. Leah, es bienvenida, si le 
apetece algo. Todos lo sois, 
-Lo haré saber. 
-Leah nos odia. 
-¿Y? 
-Que intentes hacérselo saber de forma que llegue a
considerarlo, si no te importa. 
-Haré lo que pueda.  
-Y después esta el asunto de la ropa. 
Mira las que llevaba puestas. – ¡Ah, sí! Gracias – no creo 
que fuera educado mencionar lo mal que olían. 
Sonrió un poco. - Bueno, es fácil ayudar con todas las 
necesidades relacionadas con eso. Alice en raras ocasiones nos 
deja ponernos lo mismo más de una vez. Tenemos montones de 
ropa nueva que se destinan a caridad, y yo creo que Leah es más o 
menos como Esme...” 
-No sé que pensará de la ropa que ya no quieren los chupa 
sangre. No es tan práctica como yo. 
-Sé que podrás presentarle la oferta lo mejor posible. Así 
como cualquier oferta relacionada con cualquier objeto físico que 
necesitéis, o transporte, o lo que sea. Y las duchas, también, ya 
que prefieres dormir fuera. Por favor... no penséis que no tenéis 
los beneficios de un hogar. 
Dijo la última frase suavemente, sin intentar no hacer ruido 
esta vez, pero con una emoción real. 
Le miré durante un segundo, parpadeando adormilado. – 
Eso es, er, muy amable por tu parte. Dile a Esme que apreciamos, 
uh, su consideración. Pero el perímetro atraviesa el río varias 
veces, así que nos mantenemos muy limpios. 
-Si hicieras saber la oferta también, como sí tal cosa. 
-Claro, claro. 
-Gracias 
Le di la espalda, solo para quedarme helado cuando escuche 
el apagado, grito lleno de dolor que venía de la casa. Cuando me 
di la vuelta, el ya había desaparecido. 
“¿Y ahora que? 
Fui tras él, arrastrándome como un zombi y usando el 
mismo número de neuronas que un zombi. No parecía que tuviera 
más opciones. Algo iba mal. Tenia que ver que era. No habría 
nada que yo pudiera hacer. Y me sentiría mucho peor. 
Parecía inevitable. 
Entré de nuevo. Bella estaba jadeando, enroscada sobre el 
bulto que estaba en el centro de su cuerpo.. Rosalie la sujetaba 
mientras Edward, Carlisle y Esme merodeaban a su alrededor. Un 
rápido movimiento llamó mi atención; Alice estaba al final de la 
escalera, mirando hacia abajo hacia la habitación con las manos  
apretadas en las sienes. Que extraño, es como si algo la impidiera 
bajar. 
-Dame un segundo, Carlisle – Bella jadeó. 
-Bella – dijo el doctor con ansiedad – he oído que algo se 
rompía. Tengo que echar una ojeada. 
-Casi seguro – jadeó - que ha sido una costilla. Ow. Si. Justo 
aquí. – Señaló a su lado izquierdo, con cuidad de no tocarlo. 
Esa cosa le estaba rompiendo los huesos. 
-Tengo que hacerte una radiografía. Quizás allá astillas. No 
queremos que perfore nada. 
Bella respiró profundamente – Esta bien. 
Rosalie levanto a Bella cuidadosamente. Edward iba a 
protestar pero Rosalie le enseñó los dientes y gruñó – Ya la tengo 
yo. 
Bella estaba más fuerte, pero esa cosa también. No podías 
matar de hambre a uno sin matar al otro, el proceso de 
recuperación funcionaba de la misma manera. No había forma de 
ganar. 
La rubia llevó a rápidamente a Bella arriba por las escaleras, 
con Carlisle y Edward siguiéndole muy de cerca, ninguno se 
percató de mi presencia estupefacto en la puerta de entrada. 
¿Así que tienen un banco de sangre y una maquina de rayos 
X? Apuesto a que el médico se trae trabajo a casa. 
Estaba muy cansado como para seguirles, demasiado 
cansado para moverme. Me dejé resbalar por la pared, y luego me 
escurrí por el suelo. La puerta aún estaba abierta, incliné me nariz 
hacia ella, agradeciendo la brisa fresca que entraba apoyé mi 
cabezo sobre el marco de la puerta y escuché. 
Oía el sonido de la maquina de rayos X en el piso de arriba. 
Bueno asumí que era eso. Y luego los pasos más silenciosos 
bajando por las escaleras. No mire para ver que vampiro era. 
-¿Quieres una almohada? – me preguntó Alice. 
-No – mascullé. ¿Qué es toda está prepotente hospitalidad? 
Me estada poniendo de los nervios. 
-No pareces estar muy cómodo ahí. 
-Pues no. 
-Entonces, ¿por qué no te mueves? 
-Estoy cansado. ¿Por qué no estas arriba con los demás? – le 
respondí 
-Me duele la cabeza. 
Giré la cabeza para mirarla. 
Alice era muy pequeña. Más o menos del tamaño de uno de 
mis brazos. Parecía aun más pequeña ahora, como 
encorvada en sí misma. Su pequeña cara mostraba el ceño 
fruncido. 
-¿A los vampiros os duele la cabeza?  
-A los vampiros normales no. 
Di un resoplido. Vampiros normales. 
-¿Y como es que ya no estas con Bella todo el rato? – 
pregunte, haciendo que pareciera una acusación. No se me había 
pasado antes por la cabeza porque la tenía llena de estupideces, 
pero era raro que Alice no estuviera nunca con Bella, al menos 
desde que estoy aquí. Quizás si Alice estuviera a su lado, Rosalie 
no lo estaría. – Creí que erais como esto – y entrelace dos de mis 
dedos juntos. 
-Como ya he dicho – se puse incorporó en la baldosa a unos 
centímetros de mí abrazando sus delgados brazos alrededor de sus 
delgadas rodillas – dolor de cabeza. 
-¿Bella té está dando dolor de cabeza? 
-Sí. 
Fruncí el ceño. Desde luego estoy demasiado cansado para 
las adivinanzas. Giré mi cabeza en busca de aire fresco y cerré los 
ojos. 
-En realidad, No es Bella – corrigió – El... feto. 
Mira, alguien que se siente como yo. Dijo la palabra a 
regañadientes, como hizo Edward. 
-No puedo verlo – me dijo, aunque debía estar hablando 
consigo misma. Por lo que ella podía suponer, yo ya estaba 
dormido. – no puedo ver nada sobre eso. Como contigo. 
Me estremecí, y apreté los dientes. No me gustaba que me 
comparara con la criatura. 
-Bella se interpone. Esta demasiado apegada a eso, así que 
ella esta... borrosa. Como una TV mal sintonizada. Como cuando 
intentas fijar la vista en esas personas borrosas que se mueven por 
la pantalla. Me esta destrozando la cabeza intentar verla. Y aun 
así solo puedo ver lo que pasa dentro de unos minutos. El... feto 
esta demasiado desligado de su futuro. En cuanto ella tomó la 
primera decisión... cuando supo que lo quería, desapareció de mi 
vista. Me dio un susto de muerte. 
Estuvo muy callada por un momento, y luego continuó. – 
Tengo que admitir, que es un alivio tenerte cerca, a pesar de olor a 
perro mojado. Todo se ha desvanecido. Como si tuviera los ojos 
cerrados. Alivia el dolor de cabeza. 
-Encantado de servir para algo, señora – murmuré 
-Me pregunto que tiene en común contigo... por qué sois 
iguales en ese sentido. 
Repentinamente el calor recorrió mis huesos. Cerré los 
puños para aguantar los temblores. 
-No tengo nada en común con ese chupa vidas – dije entre 
dientes. 
-Bueno, pero hay algo. 
No respondí. El calor ya se estaba apagando. Estaba
demasiado cansado como para estar furioso. 
-No te importa si me quedo aquí sentada a tu lado, ¿verdad? 
-Supongo que no. Ya apesta de todos modos. 
-Gracias – dijo – esto es lo mejor, supongo, ya que no puedo 
tomar una aspirina. 
-¿Puedes bajar el volumen? Intento dormir. 
No respondió, quedándose inmediatamente en silencio. Caí 
rendido en segundos. 
Soñaba que tenía muchísima sed. Y había un vaso lleno de 
agua frente a mí, fresco, podías ver la condensación por los lados. 
Lo tomé y di un gran sorbo, para darme cuenta al instante de que 
no era agua, era lejía pura. Lo escupí, derramándolo por todos 
lados, y parte salió por mi nariz. Abrasaba. Mi nariz estaba 
ardiendo... 
El dolor en la nariz me espabilo lo suficiente como para 
recordar donde me había quedado dormido. El olor era muy 
fuerte, teniendo en cuenta que mi nariz no estaba dentro de la 
casa. Ugh. Y había mucho ruido. Alguien se reía a carcajada 
limpia. Una risa familiar, pero que no estaba relacionada con ese 
olor. No era de aquí.  
Gruñí y abrí los ojos. El cielo estaba grisáceo, era de día, 
pero ni idea de que hora podría ser. Quizás estaba a punto de 
anochecer, había poca luz. 
-Justo a tiempo – la rubia murmuró no desde muy lejos – la 
imitación de la motosierra estaba empezando a ser cansina. 
Giré sobre mi mismo y me estiré mientras me sentaba. 
Mientras lo hacía me di cuenta de donde venía aquel olor. 
Alguien había metido una almohada de plumas bajo mi cabeza. 
Probablemente intentando ser amable, supongo. A no ser que 
hubiese sido Rosalie. 
Una vez que mi cara estaba lejos de las apestosas plumas, 
pude oler otras cosas. Bacón y canela, todo ello mezclado con 
olor a vampiro. 
Parpadeé, mirando la habitación. 
Las cosas no habían cambiado demasiado. Bella estaba 
sentada en el medio de la habitación, el monitor ya no estaba. La 
rubia a sus pies, con la cabeza apoyada en las rodillas de Bella. 
Aun me daba escalofríos como se tocaban la una a la otra como si 
nada. Pero dadas las circunstancias, supongo que mi reacción 
hacía ese hecho era un poco estúpida. Edward estaba a su lado, 
tomándole la mano. Alice, también estaba en el suelo, como 
Rosalie. Su cara no estaba encogida. Era fácil ver por qué, había 
encontrado a otro mitigador del dolor. 
-¡Hey, Jake viene para acá! – exclamó Seth. 
Estaba sentado al otro lado de Bella, con su brazo, sin tener 
ningún cuidad puesto alrededor de sus hombros, y con un plato 
rebosante de comida en su regazo. 
¿Qué diablos? 
-Vino a buscarte – dijo Edward mientras me incorporaba – 
Esme le convenció para que se quedara a desayunar. 
Seth, vio mi expresión y se apresuro a explicarse. 
-Si, Jake, solo estaba viendo si estabas bien, ya que no 
regresaste a fase. Leah estaba preocupada. Le dije que 
probablemente te quedaste dormido en forma humana. Pero ya 
sabes como es. Además, tienen toda esta comida, y en fin – se 
dirigió hacia Edward – tío sabes cocinar. 
-Gracias – murmuró Edward.  
Respire despacio, tratando de separar los dientes, no podía 
apartar mis ojos del brazo de Seth. 
-Bella tenía frío – Edward dijo en un tono muy bajo
Claro. No es asunto mío de todas formas. No me pertenece. 
Seth pudo oír el comentario de Edward, me miró a la cara, y 
de repente necesitaba las dos manos para comer. Quitó su brazo 
de Bella y lo metió dirigió al plato. Caminé para detenerme a 
unos pasos del sofá, aún intentando organizarme. 
-¿Leah esta patrullando? – le pregunte a Seth aun con voz 
somnolienta. 
-Si – dijo mientras masticaba – Esta en ello. No te
preocupes, Aullará si ocurre algo. Cambiamos puestos hacía 
media noche. Corrí durante doce horas. – él estaba orgulloso, se 
notaba en su tono. 
-¿Media noche? Espera un momento, ¿qué hora es? 
-Esta apunto de amanecer – miro para la ventana 
comprobándolo. 
En fin, amaneciendo. He dormido todo lo que quedaba de 
día y toda la noche, me sentía arrepentido – Mierda, lo 
siento, Seth. De verdad, tenias que haberme despertado. 
-No, tío, necesitabas un sueño reparador. ¿No habías 
descansado desde cuando? ¿La noche antes de tu última 
patrulla para Sam?¿unas 40 horas? ¿50? No eres una 
máquina, Jake. Además, no te has perdido nada. 
¿Qué no me he perdido nada? Mire rápidamente a Bella. El color 
había regresado a tal y como lo recordaba. Pálida, pero con el 
mismo tono rosado. Sus labios eran rosas de nuevo. Incluso su 
pelo tenía mejor aspecto, más brillante: Se dio cuenta que la 
observaba y me dedicó una sonrisa. 
-¿Qué tal la costilla? – pregunté 
-Soldada y en su sitió. Ni la siento. 
Puse los ojos en blanco. Oí como Edward apretó los dientes, 
entendí que la actitud “todo esta perfecto” le molestaba tanto 
como a mí. 
-¿Qué hay de desayunar? – pregunte sarcásticamente – ¿0 
negativo o AB positivo?  
Me sacó la lengua. Ya volvía a ser ella misma. – Tortilla- pero 
miró hacía abajo, y pude ver que su vaso de sangre estaba entre su 
pierna y la de Edward. 
-Ve a coger algo para desayunar, Jake – dijo Seth – Hay un 
montón en la cocina. Tienes que estar hambriento. 
Examiné la comida que había en su regazo. Parecía tortilla 
de queso y lo que quedaba de un bollo de canela del tamaño de un 
Frisbee.. Me rugió el estomago, pero lo ignoré. 
-¿Qué está desayunando Leah? – pregunte a Seth en un tono 
critico. 
-Hey, le lleve comida antes de tomar yo nada – se defendió 
– dijo que prefería comer algún animal atropellado en la carretera, 
pero supongo que cederá. Estos bollos de canela... - parecía no 
tener palabras para describirlos. 
-Iré a cazar con ella entonces. 
Seth suspiró mientras me marchaba. 
-Un momento, ¿Jacob? 
Era Carlisle quién preguntó. Así que cuando me giré, mi 
cara probablemente tendría una expresión más respetuosa que la 
que tendría si me hubiera detenido otra persona. 
-¿si? 
Carlisle se me acerco, mientras Esme se dirigió hacia la otra 
habitación. Se detuvo a unos centímetros de distancia, un poco 
más lejos del espacio que dos humanos dejarían entre ellos 
mientras mantenían una conversación. Aprecié que me dejara 
espacio. 
-Hablando de cazar –empezó en un tono sombrío – Eso va a 
ser un problema para mi familia. Comprendo que nuestra pequeña 
tregua es inapropiada en este momento, así que quiero tu consejo. 
¿Sam estará esperando para cazarnos fuera del perímetro que has 
creado? No queremos tener ningún altercado que dañe a ningún 
miembro de tu familia, o en el que perdamos alguno de la nuestra. 
Si estuvieras en nuestra situación, ¿qué harías? 
Me aparte, un poco sorprendido, al exponérmelo de esa manera. 
¿Qué podía saber yo sobre ser un chupa sangre con zapatos caros? 
Pero si conocía a Sam. 
-Es arriesgado – intentando ignorar el resto de ojos que 
sentía sobre me, y solo hablarle a él. – Sam esta más calmado 
ahora, pero tengo por seguro que lo habrá pensado. El tratado ha 
sido anulado. Si piensa que la tribu o algún humano esta en 
peligro no va a hacer preguntas antes, si sabes a que me refiero. 
Pero, a pesar de eso, su prioridad es La Push. No son suficientes 
para defender decentemente a la gente si ponen en marcha 
partidas de caza muy amplias. Apuesto a que se esta quedando 
cerca de casa. 
Carlisle asintió comprendiéndolo. 
-Aconsejó que salgáis todos juntos, por si acaso. Y mejor 
durante el día, por qué lo más lógico sería que lo hicierais de 
noche, como tradicionalmente hacen los vampiros. Sois rápidos, 
ir a las montañas, cazar lo suficientemente lejos como para que no 
haya posibilidad de que él mande a alguien tan lejos. 
-¿Y dejar a Bella, atrás, desprotegida? 
Di un resoplido - ¿Y qué somos nosotros, hígado picado? 
Carlisle río pero su cara se puso seria de nuevo. 
-Jacob, no puedes pelear contra tus hermanos. 
Mis ojos se estrecharon. – No digo que no vaya a ser duro, 
pero si realmente vienen para matarla, seré capaz de detenerles. 
Carlisle sacudió su cabeza con ansiedad. – No, no me refiero 
a que no vayas a ser... capaz. Pero no sería lo correcto. No puedo 
cargar con eso en mi conciencia. 
-No estaría en la tuya, Doctor. Estaría en la mía. Y puedo 
superarlo. 
-No, Jacob. Haremos todo lo posible para que nuestras 
acciones no hagan que eso sea necesario. – Frunció el ceño con 
entendimiento – iremos de tres en tres – decidió un segundo 
después. – Eso es lo mejor que podemos hacer. 
-No sé Doc. Dividirse por la mitad no es la mejor estrategia. 
-Tenemos algunas habilidades extra que lo igualarán. Si 
Edward es uno de los tres, podrá darnos un radio de seguridad de 
unos pocos kilómetros. 
Los dos miramos hacía Edward. Su expresión hizo que
Carlisle cambiará rápido de opinión. 
-Estoy seguro de que hay otras formas – dijo Carlisle. 
Claramente no había una razón física lo suficientemente fuerte en 
estos momentos para tener que apartar a Edward de Bella ahora. – 
Alice, ¿supongo que podrías ver que rutas serían un error?  
-Las que desaparezcan – asintió Alice – Muy fácil. 
Edward, que se había puesto todo tenso con el primer plan 
de Carlisle, se relajó. Bella miraba disgustada a Alice con esa 
pequeña arruga que se le formaba entre los ojos cuando estaba 
estresada. 
-Está bien. – Dije – todo en orden. Me voy ahora. Seth, 
espero que estés de vuelta para hacía el anochecer, así que échate 
una siesta por ahí antes de ese momento, ¿vale? 
-Claro, Jake. Entraré en fase, tan pronto como acabe con 
esto. A no ser que... - dudó mirando a Bella. - ¿Me necesitas? 
-Tiene mantas – le dije. 
-Estoy bien, Seth, gracias. – Bella dijo con rapidez. 
Entonces Esme entró de nuevo en la habitación, con un plato 
muy lleno en las manos. Se puso vacilante detrás del codo 
Carlisle, sus amplios ojos de color oro oscuro mirándome a la 
cara. Tendió el plato hacia delante y dio un tímido paso hacía 
delante.  
-Jacob- dijo en voz baja. Su voz no era tan defensiva como 
la de los demás. – Sé que... a ti no te hace la idea de comer aquí, 
el olor es demasiado desagradable. Pero me sentiría mucho mejor 
si te llevas algo de comida contigo cuando te vayas. Sé que no 
puedes volver a casa, y es por nuestra culpa. Por favor... para 
calmar mis remordimientos. Toma algo para comer. – Me ofreció 
la comida, su cara era dulce y suplicante. No se como lo 
consiguió, por qué no aparentaba estar más allá de “veintipocos”, 
y era tan pálida como los demás, pero de pronto algo en su 
expresión me recordó a mi madre. 
Maldita sea. 
-Sí, claro. Claro. – murmuré – Supongo que Leah seguirá 
teniendo hambre o algo. 
Me adelante y cogí la comida con una mano, separándola de 
mi con el largo de mi brazo. La arrojaría contra un árbol o algo. 
No quería que se sintiera mal. 
Entonces recordé a Edward. 
“¡Ni se lo menciones!. Deja que crea que me la comí.” 
No le miré para ver si estaba de acuerdo. Más le valía 
estarlo. Chupa sangre me la debes.  
-Gracias, Jacob – dije Esme, sonriéndome. ¿Cómo es 
posible que una cara de piedra tenga hoyuelos? 
-Um, gracias a ti – dije, mi cara estaba caliente, más que de 
costumbre. 
Este era el problema de pasar tiempo con los vampiros, te 
acostumbras a ellos. Empiezan a manipular tu forma de ver el 
mundo. Empezaban a parecer amigables. 
-¿Volverás más tarde, Jake? – preguntó Bella mientras yo 
intentaba huir. 
-Uh, No lo sé. 
Apretó los labios, como si estuviera intentando no sonreír. -
¿por favor?, Quizás tenga frío. 
Inhalé profundamente por la nariz, y entonces me di cuenta 
demasiado tarde, de que no era buena idea. Me estremecí. –Tal 
vez. 
-¿Jacob? – preguntó Esme. Me di la vuelta hacía la puerta 
mientras ella continuaba; dando unos cuantos pasos detrás de mi. 
– He dejado un cesto de ropa en el porche. Son para Leah. Están 
lavados, he intentado tocarlas lo menos posible. – Frunció el 
ceño. - ¿Te importa llevárselas? 
-De acuerdo – murmuré, y salí por la puerta, antes de que 
nadie pudiera entretenerme con nada más.


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