domingo, 25 de marzo de 2012

Amanecer ♟♜ Capítulo 1: Comprometida


Nadie te esta mirando, me prometí a mi misma. Nadie te esta 
mirando. Nadie te esta mirando. 
Pero, porque no podía mentirme convincentemente ni siquiera a 
mi misma, tuve que echar un vistazo. 
Como estaba sentada esperando por las tres luces del tráfico en el 
pueblo que se volvieran verdes, mire a 
escondidas a la derecha -en su minivan, La Señora Weber dio 
vuelta completo su torso en mi dirección. Sus 
ojos perforaron los míos y me estremecí, preguntándome por qué 
no bajaba su mirada o se veía avergonzada. 
Todavía se consideraba rudo mirar fijamente a la gente, ¿no era 
así?, ¿ya no se aplicaba más eso a mí? 
Entonces recordé que estas ventanas estaban recubiertas de un 
color tan oscuro que probablemente ella no 
tenia idea si incluso yo estaba aquí, quedando claro eso alcance su 
mirada. Intente encontrar algún alivio 
en el hecho de que no tenía la vista fija en mí realmente, sólo en 
el auto. 
Mi auto. Suspiré. 
Eche un vistazo a la izquierda y gemí. Dos peatones estaban 
tiesos en la acera, perdiendo su oportunidad 
de cruzar mientras miraban fijamente. 
Detrás de ellos, el Señor Marshall estaba embobado a través de la 
vidriera de su pequeña tienda de recuerdos. 
Al menos no tenía la nariz pegada contra el vidrio. Todavía. 
La luz se volvió verde y en mi apuro por escapar pisotee sobre el 
pedal del gas sin pensarlo - la forma normal 
en la que hubiera golpeado a mi viejo monovolumen Chevy para 
que se moviera. 
"¡Argh!" grite sofocada mientras buscaba a tientas el freno. 
Tranquilizándome, simplemente golpe de forma 
ligera el pedal. De todas formas el auto se tambaleo hasta 
detenerse absolutamente. 
No aguante mirar alrededor a la reacción. Si había habido alguna 
duda de quién estaba manejando este auto 
antes, se había ido ahora. Con la punta de mi zapato, suavemente 
presione el pedal del gas hacia bajo un 
milímetro y medio, y el auto se movió hacia adelante otra vez. 
Conseguí alcanzar mi meta, la gasolinera. Si no hubiera estado 
funcionando ---No hubiera llegado al pueblo 
del todo. Iba sin muchas cosas estos días, como Pop-Tarts 
(galletitas dulces) y cordones de zapatos. Para 
evitar gastar tiempo en público. 
Moviéndome como si fuera en una carrera, tuve la ventanilla 
abierta, la tapa del depósito de gasolina abajo, 
la tarjeta escaneada y el inyector en el tanque dentro de segundos. 
Por supuesto, no había nada que pudiera 
hacer para que los números en el marcador aceleraran el paso. 
Ellos hacían tic-tac perezosamente, casi como 
si lo hicieran sólo para enojarme. 
No estaba soleado - un típico día lluvioso en Forks, Washington - 
pero aún sentía como si un foco me 
apuntara, atrayendo la atención al delicado anillo en mi mano 
izquierda. En momentos como este, percibiendo 
los ojos en mi espalda, se sentía como si el anillo se estuviera 
moviendo rítmicamente como un aviso de 
neón: Mírame, Mírame. 
Era ridículo estar tan acomplejada y sabía eso. Además de mi 
papá y mamá, ¿realmente importaba lo que 
la gente estuviera diciendo sobre mi compromiso?, ¿acerca de mi 
nuevo auto?, ¿acerca de mi misteriosa 
aceptación en el Ivy League Collegue? ¿Acerca de la brillante 
tarjeta de crédito negra que centelleaba en mi 
bolsillo de atrás ahora mismo? 
"Sí, a quién le importa lo que piensen" Murmuré respirando bajo. 
"Uhm, ¿señorita?" la voz de un hombre llamo. 
Me di vuelta, y entonces desee no haberlo hecho. 
Dos hombres estaban parados al lado de un lujoso todo terreno 
con flamantes kayaks atados en la parte 
superior. Ninguno de ellos estaba mirándome, ambos miraban el 
auto. 
Personalmente, no lo entendía. Apenas estaba orgullosa de poder 
distinguir los símbolos de Toyota, Ford 
y Chevy. Este auto era negro brillante, elegante, y bonito, pero 
seguía siendo sólo un auto para mí. 
"Lamento molestarla, pero ¿podría decirme qué tipo de auto esta 
manejando?" preguntó el alto. 
"Uhm, un Mercedes, ¿si?" 
"Sí," dijo el hombre cortésmente mientras su amigo de más baja 
estatura entorno sus ojos a mi respuesta. 
"Lo sé. Pero me estaba preguntando... ¿esta manejando un 
Mercedes Guardian?" el hombre dijo el nombre 
con reverencia. Tuve la sensación de que este tipo se llevaría bien 
con Edward, mi... mi prometido (no había 
realmente vuelta que darle a esa verdad con la boda sólo a unos 
días) "Se supone que no están disponibles 
en Europa todavía" el hombre continúo "y mucho menos aquí." 
Mientras sus ojos examinaban los contornos de mi auto -no se 
veía muy diferente de otros Mercedes para 
mi, pero ¿qué sabia yo? - Contemplaba brevemente mis 
problemas con palabras como prometido, boda, esposo, 
etc. 
Tan solo no podía ponerlas juntas en mi cabeza. 
Por una parte, había sido criada para que se me pusieran los pelos 
de punta al simple pensamiento de 
esponjosos vestidos blancos y ramilletes. Pero más que eso, tan 
sólo no podía conciliar un formal, respetable, 
aburrido concepto como esposo con mi concepto de Edward. Era 
como moldear a un arcángel como un 
contador público. No podía visualizarlo en ningún rol banal. 
Como siempre, tan pronto comencé a pensar en Edward fui 
atrapada por un excitante revuelo de fantasías. 
El extraño tuvo que aclarar su garganta para tener mi atención: 
todavía estaba esperando por una respuesta 
acerca de la compañía que hizo el auto y el modelo.
"No lo sé" le dije honestamente. 
"¿No le importa si me tomo una foto con él?" 
Me tomo un segundo procesar eso. "¿En serio?, ¿quiere tomarse 
una foto con el auto?" 
"Claro--nadie va a creerme si no tengo una prueba".
"Uhm. Okay. Bien." 
Puse de lado rápidamente el inyector y me arrastre lentamente en 
el asiento delantero para esconderme 
mientras el entusiasta extrajo de su bolso una gran cámara que se 
veía profesional. Él y su amigo hicieron 
turnos posando por el capo, y entonces fueron a tomar fotos a la 
parte trasera. 
"Extraño mi monovolumen" me queje. 
Muy, muy conveniente -demasiado conveniente- que mi
monovolumen haya dado su último respiro sólo 
semanas después de que Edward y yo hayamos acordado nuestro 
anómalo compromiso, un detalle el cual 
era que él tenia permitido reemplazar mi monovolumen cuando 
este pasara a mejor vida. Edward juro que 
eso sólo era esperable, mi monovolumen había vivido bastante y 
entonces había expirado por causas naturales. 
Según él. Y, por supuesto, yo no tenia forma de verificar su 
historia o tratar por mi misma de revivir mi 
monovolumen. Mi mecánico favorito... detuve ese frío 
pensamiento, negándome a terminarlo. En lugar de 
eso, escuche la voz del hombre afuera, atenuada por las paredes 
del auto. 
"... en el video online venían con un lanzador de fuego. Ni 
siquiera arrugo la pintura." 
"Por supuesto que no. Puedes pasar un tanque sobre este nene. No 
hay mucho mercado para uno aquí. 
Diseñado por diplomáticos del Medio Oriente, traficantes de 
armas, y los lideres que manejan drogas, en 
su mayoría." 
"¿Crees que ella es algo?" preguntó el de baja estatura en voz más 
suave. Agache mi cabeza. 
"Huh," dijo el alto, "Quizás. No puedo imaginar para qué 
necesitas vidrios a prueba de misiles y dos toneladas 
de armadura por aquí. Debe ser conducido en alguna parte más 
peligrosa." 
Armadura. Dos toneladas de armadura. ¿Y vidrios a prueba de 
misiles? Genial. ¿Qué había pasado con el 
buen pasado de moda antibalas? 
Bueno, al menos esto hacia algún sentido --si tenias un retorcido 
sentido del humor. 
No era como si no hubiera esperado que Edward se aprovechara 
de nuestro trato, para cargarlo de su lado 
de modo que él pudiera dar más que recibir. Estuve de acuerdo en 
que podía reemplazar mi monovolumen 
cuando necesitara ser reemplazado, no esperando que ese 
momento llegara tan luego, por supuesto. Cuando 
fui forzada a admitir que mi monovolumen se había convertido en 
no más que un tributo de naturaleza 
muerta a los clásicos Chevys en mí acera. Sabía que su idea del 
reemplazo iba probablemente a desconcertarme. 
Hacerme foco de miradas y cuchicheos. Había estado de acuerdo 
en esa parte. Pero ni siquiera en mis más 
oscuros pensamientos había previsto que él me daría dos autos. 
El auto "anterior". Me dijo que era un auto prestado y que lo 
devolvería después de la boda. Todo esto no 
tenía absolutamente ningún sentido para mí. 
Hasta ahora. 
Ja ja. Porque yo era tan frágilmente humana, tan propensa a los 
accidentes, tan victima de mi propia peligrosa 
mala suerte, aparentemente necesitaba un resistente tanque como 
auto para mantenerme a salvo. Muy 
divertido. Estaba segura que él y sus hermanos habían disfrutado 
un poco de la broma a mis espaldas. 
O quizás, tan sólo quizás, una pequeña voz susurró en mi cabeza, 
no es una broma, tonta. Quizás él esta 
realmente preocupado por ti. Esta no era la primera vez que él se 
volvía un poco exagerado tratando de 
protegerme. 
Suspiré. 
No había visto el auto de "después" todavía. Estaba escondido 
bajo una sabana en el rincón más profundo 
del garaje de los Cullen. Sabía que la mayoría de la gente habría 
mirado a hurtadillas hasta ahora, pero 
realmente no quería saber. 
Probablemente no había armadura en ese auto - porque no la 
necesitaría después de la luna de miel. 
Virtualmente indestructible era una de las muchas ventajas que yo 
estaba buscando. La mejor parte acerca 
de ser un Cullen no eran los autos caros ni las impresionantes 
tarjetas de créditos. 
"Hey," llamó el hombre alto, poniendo sus manos en el vidrio en 
un esfuerzo por tratar de ver hacia dentro 
"Ya estamos listos. ¡Muchas gracias!" 
"De nada." contesté de vuelta, y entonces tensa mientras encendía 
el motor moví el pedal con cuidado - 
siempre tan suavemente- hacia abajo... 
No importa cuantas veces haya conducido el familiar camino 
hacia mi casa, aún no podía hacer que los 
anuncios mojados por la lluvia se descoloraran en el fondo. Cada 
uno de ellos, sujetado con grapas a los 
postes de teléfono y pegados en las señalizaciones de las calles, 
era un golpe frío en la cara. Un bien merecido 
golpe en la cara.Mi mente fue absorbida en el pensamiento. Antes 
había sido interrumpido inmediatamente. 
No podía evitarlo en este camino. No con fotografías de mi 
mecánico favorito pasando delante de mí a 
intervalos regulares. 
Mi mejor amigo. Mi Jacob. 
Los carteles de ¿HA VISTO USTED A ESTE CHICO? no fueron 
la idea del padre de Jacob. Habían sido idea 
de mi padre, Charlie, quien imprimió anuncios y los esparció por 
todo el pueblo. Y no sólo en Forks, sino 
en Port Angeles y Sequim y Hoquiam y Aberdeen y en cada 
pueblo de la Península Olímpica... Se había 
asegurado que todas las estaciones de policía en el estado de 
Washington tuvieran el mismo anuncio colgado 
en la pared, también. Su propia estación tenía un mural entero 
dedicado a encontrar a Jacob. El mural estaba 
generalmente vacío, para su gran decepción y frustración. 
Mi papá estaba decepcionado más que con la falta de respuestas, 
con Billy, el padre de Jacob --y el amigo 
más cercano de Charlie. 
Por Billy no estar más involucrado con la búsqueda de su 
"fugitivo de 16 años". Por Billy negándose a poner 
anuncios en La Push, la reserva en la costa que era el hogar de 
Jacob. Por su aparente resignación a la 
desaparición de Jacob, como si no hubiera nada que él pudiera 
hacer. Por decir "Jacob esta madurando ahora. 
Él volverá a casa si quiere hacerlo." 
Y estaba frustrado conmigo por irme al lado de Billy. 
Yo no ponía carteles, tampoco. Porque ambos, Billy y yo, 
sabíamos donde estaba Jacob, más o menos, y 
también sabíamos que nadie había visto a este chico. 
Los anuncios situaron el usual gran y gordo nudo en mi garganta, 
las usuales escocidas lágrimas en mis 
ojos, y estaba contenta de que Edward estuviera fuera cazando 
este domingo. Si Edward viera mi reacción, 
sólo lo haría sentir terrible, también. 
Por supuesto, había inconvenientes en que fuera domingo. 
Mientras me daba vuelta lenta y cuidadosamente 
sobre mi calle, pude ver la patrulla de policía de mi papá en el 
camino de entrada de nuestra casa. Se había 
saltado la pesca hoy otra vez. Aún enfurruñándose acerca de la 
boda. 
Así que no pude ser capaz de usar el teléfono adentro. Pero tenía 
que llamar... 
Me detuve en la acera detrás de la figura del Chevy y saque el 
celular que Edward me había dado por 
emergencias de la guantera. Marqué, manteniendo mi dedo en el 
botón de "colgar" mientras el teléfono 
sonaba. Por si acaso. "¿Hola?" Seth Clearwater respondió, y 
suspire de alivio. Yo era demasiado cobarde para 
hablarle a su hermana mayor Leah. La frase "arráncame la cabeza 
con los dientes" no era totalmente en 
sentido figurado cuando venía de Leah. 
"Hey, Seth, es Bella." 
"¡Oh hola, Bella! ¿Cómo estas?" 
Atragantada. Desesperada por consuelo. "Bien." 
"¿Llamando para ponerte al día?" 
"Eres psíquico" 
"Apenas. No soy Alice -tú sólo eres predecible," bromeo. Entre la 
manada Quileute allá abajo en La Push, 
sólo Seth se sentía a gusto mencionando a los Cullen por su 
nombre, menos aún bromear acerca de cosas 
como mi próxima cuñada casi sabe lo todo. 
"Sé que lo soy". Vacile por un minuto. "¿cómo esta él?" 
Seth suspiró. "Igual que siempre. No quiere hablar, aunque puede 
oírnos. Esta tratando de no pensar como 
humano. Sólo yendo con sus instintos." 
"¿Sabes donde esta ahora?" 
"En alguna parte del norte de Canadá. No podría decirte qué 
provincia. Él no presta mucha atención a los 
limites entre estados" 
"Cualquier indirecta que él pudiera..." 
"Él no va a volver a casa, Bella. Lo siento." 
Tragué saliva. "Este bien, Seth Lo sabia antes de preguntar. Es 
sólo que no puedo evitar anhelarlo." 
"Sí. Todos nos sentimos igual." 
"Gracias por aguantarme, Seth. Sé que los otros deben estar 
haciéndotelo difícil." 
"No son grandes admiradores tuyos" convino alegremente. "Una 
tontería, pienso. Jacob hizo sus elecciones, 
tú las tuyas. A Jake no le gusta la actitud de ellos sobre esto. Por 
supuesto él no esta súper entusiasmado en 
que lo estés inspeccionando, tampoco" 
Me quede boquiabierta. "¿pensé que él no te hablaba?" 
"No puede escondernos todo, por mucho que trate." 
Así que Jacob sabia que estaba preocupada. No estaba segura de 
cómo sentirme acerca de eso. Bueno al 
menos él sabía que no había saltado hacia el horizonte y lo había 
olvidado por completo. Puede ser que él 
me haya imaginado capaz de eso. 
"Supongo que te veré en la... boda." dije, forzando la palabra a 
través de mis dientes. 
"Sí, yo y mi mamá estaremos ahí. Fue genial de tu parte que nos 
preguntaras." 
Sonreí al entusiasmo en su voz. Aunque invitar a los Clearwaters 
había sido idea de Edward, estaba contenta 
de que hubiera pensado en eso. Tener a Seth iba a ser bueno --un 
vínculo, no obstante poco convincente, a 
mi padrino de boda perdido. 
"Dile a Edward que le mando saludos, ¿si?" 
"Seguro" 
Agité mi cabeza. La amistad que había surgido entre Edward y 
Seth era algo que aún aturdía mi mente. 
Aunque era una prueba de que las cosas no habían tenido que ser 
de esta manera. Los licántropos y vampiros 
podían llevarse bien, muchas gracias, si tuvieran la voluntad de 
hacerlo. 
No a todos les gustaba esa idea. 
"Ah," dijo Seth, su voz se quebró una octava. "Er, llegó Leah." 
"¡Oh, adiós!" 
La llamada se corto. Deje el teléfono sobre el asiento y me 
prepare mentalmente para entrar a la casa, donde 
Charlie estaría esperando. 
Mi pobre padre tenia tanto con que lidiar en estos momentos. 
Jacob-el-fugitivo era solo uno de los tantos problemas que tenia 
que aguantar en su sobrecargada espalda. 
Estaba más o menos preocupado por mi, su apenas-una-adultalegal hija quién estaba a punto de ser Señora 
en sólo unos pocos días más. 
Caminé lentamente a través de la ligera lluvia, recordando la 
noche que le contamos... 
Así como el sonido del auto de Charlie anunciaba su regreso, el 
anillo de repente pesaba cincuenta kilos en 
mi dedo. Quería meter mi mano izquierda en el bolsillo, o quizás 
sentarme arriba de ella, 
“Deja de moverte nerviosamente, Bella. Por favor trata de 
recordar que no estas confesando un asesinato 
aquí.” 
“¡Es fácil decirlo para ti!” 
Escuché el siniestro, fuerte y bullicioso sonido de las botas de mi 
padre chocar contra el pavimento. Las 
llaves sonaban en la puerta ya abierta. El sonido me recordó a 
esas partes de las películas cuando las victimas 
se dan cuenta que olvidaron cerrar el pestillo…
“Cálmate Bella”, Edward susurró, escuchando la aceleración de 
mi corazón. La puerta golpeó contra la 
pared, y me estremecí como si hubiera sido atacada con un arma 
de electrochoque. 
“Hola, Charlie,” Edward lo saludó totalmente relajado. 
“¡NO!” pité bajo mi respiración 
“¿Qué?” Edward susurró de vuelta. 
“¡Espera a que cuelgue su pistola!” 
Edward soltó una risita entre dientes y pasó la mano por su 
despeinado cabello bronce. 
Charlie salió de la esquina, aún en su uniforme, aún armado, y 
tratando de no poner caritas cuando nos ha 
espiado sentados en el sofá de dos plazas. Últimamente, se ha 
esforzado mucho para que Edward le agradara 
más. Por supuesto, esa revelación de seguro estaba por acabarse 
inmediatamente. 
“Hola, chicos. ¿Qué pasa?” 
“Nos gustaría hablar contigo,” dijo Edward. “Tenemos buenas 
noticias.” 
La expresión de Charlie pasó en un segundo de tensa amabilidad a 
oscura sospecha. 
“¿Buenas noticias?” gruñó Charlie, mirándome fijamente. 
“Toma asiento, Papá.” 
Levantó una ceja, me miró por cinco segundos, entonces con paso 
ruidoso se sentó en la orilla del reclinador, 
su espalda estaba recta. 
“No te exaltes, Papá”, después de un momento de silencio se lo 
dije. 
“Todo esta bien.” 
Edward hizo una mueca, y supe que había una objeción en la 
palabra “Esta bien”. Él probablemente habría 
usado algo parecido a “maravilloso” o “perfecto” o “glorioso”. 
“Seguro Bella, seguro que sí. Si todo es tan genial entonces ¿Por 
qué estas tan nerviosa?” 
“No estoy nerviosa,” mentí. 
Me ladeé lejos de su feroz ceño fruncido, avergonzada hacia 
Edward, e instintivamente limpié mi frente con 
mi mano derecha para remover la evidencia. 
“¡Estas embarazada!”. Charlie explotó “¿Estas embarazada, no es 
cierto?” 
Pensando que la pregunta estaba dirigida a mi, él estaba mirando 
a Edward, y puedo jurar que vi su mano 
dirigirse a su pistola. 
“¡No! ¡Por supuesto que no lo estoy!” Quise darle un codazo en la 
costilla a Edward, pero sabia que ese 
movida sólo me podría proporcionar un moretón. 
¡Le había dicho a Edward que la gente probablemente sacaría esa 
conclusión! ¿Qué otra razón posible habría 
para que personas cuerdas se casaran a los dieciocho años? 
(Su respuesta hizo que mis ojos giraran. Amor. Claro.) 
La mirada llena de ira de Charlie se aclaró. Usualmente cuando 
estaba diciendo la verdad mi cara lo dejaba 
bastante claro, y el ahora me creía. 
“Oh, lo siento” 
“Disculpa aceptada”. 
Hubo una larga pausa. Después de un momento me di cuenta que 
todos estaban esperando a que dijera algo. 
Miré aterrada a Edward. No había manera de que me salieran las 
palabras. Me sonrió y entonces dobló sus 
hombros hacia mi padre. 
“Charlie, me he dado cuenta de que no he hecho esto en orden. 
Tradicionalmente, debería haberte preguntando 
primero. No quise faltarte el respeto, pero como Bella ya ha dicho 
que sí y no quiero empequeñecer su 
decisión en este asunto, en vez de pedirte a ti su mano, estoy 
pidiendo tu bendición. Nos vamos a casar, 
Charlie. La amo más que nada en este mundo, más que a mi vida, 
y por un extraño milagro ella me ama de 
esa forma también. ¿Nos darías tu bendición?”. 
Sonaba tan seguro, tan calmado. Por un instante, escuchando la 
absoluta confianza en su voz, experimenté 
un raro momento de entendimiento. Podía ver, fugazmente la 
manera que el mundo se veía para él. En lo
que duraba un latido del corazón, esta noticia hacia perfectamente 
sentido. 
Y entonces capté la mirada de la expresión de la cara de Charlie, 
ahora sus ojos estaban mirando el anillo. 
Aguanté la respiración mientras que su piel cambiaba de color, un 
aceptable rojo, de rojo a violeta, me 
comencé a parar, no estaba segura que tenia planeado hacer; tal 
vez utilizar la maniobra Heimlich. 
De seguro él no estaba ahogado, pero Edward apretó mi mano y 
murmuró “Dale un minuto” tan bajo que 
sólo yo pude escuchar. 
El silencio fue mucho mas largo esta vez. Entonces gradualmente, 
matiz a matiz, el color de Charlie volvió 
a la normalidad. Sus labios estaban apretados, y sus cejas estaban 
arrugadas; reconocí su expresión de 
“pensamiento profundo”. Nos estudió con la mirada a los dos por 
un largo momento, y sentí a Edward 
relajarse a mi lado. 
“Supongo que no estoy tan sorprendido”, se quejó Charlie. “Sabia 
que tendría que lidiar con esto tarde o 
temprano”. 
Suspiré. 
“¿Estas segura de esto?” demandó Charlie mirándome.
“Estoy cien por ciento segura de Edward”, le dije sin titubear. 
“Contrayendo matrimonio, ¿aunque? ¿Cuál es el apuro?” Me miro 
sospechosamente otra vez. 
El apuro era debido al hecho de que me estaba acercando cada 
vez más a los diecinueve años todos los 
apestosos días, mientras que Edward estaba congelado en sus 
diecisiete años de perfección. No es ese el 
hecho de que en mi libro este asociado al casamiento, pero el 
matrimonio era requerido debido al delicado 
y enredado compromiso que Edward y yo habíamos hecho para 
llegar a este punto, al borde de cualquier 
transformación de mortal a inmortal. 
Estas no eran cosas que podía explicarle a Charlie.
“Nos vamos juntos a Darthmouth en el otoño, Charlie,” Edward le 
recordó. “Me gustaría hacerlo, bueno, 
de la manera correcta. Es como fui criado”. Dijo encogiendo sus 
hombros. 
No estaba exagerando exactamente; ellos habían sido grandes 
moralistas pasados de moda en la Primera 
Guerra Mundial. 
La boca de Charlie estaba torcida de un lado. Mirando por algún 
ángulo para rebatir. Pero ¿Que podía decir? 
¿Prefiero que vivas en pecado primero? Era un papá; sus manos 
estaban entrelazadas. 
“Sabia que venia esto” dijo para si mismo frunciendo el ceño. 
Entonces de repente, su cara pasó perfectamente 
a suave y en blanco. 
“¿Papá?” pregunté ansiosa. Miré a Edward, pero no pude leer su 
cara, tampoco cuando miraba a Charlie. 
“¡Ja!” Charlie explotó. Salté en mi asiento. “¡Ja, ja, ja!” 
Miré sin creer como Charlie se doblaba de la risa, todo su cuerpo 
se sacudía. 
Miré a Edward por una traducción, pero Edward tenia sus labios 
juntos, tensamente presionados, como si 
estuviera tratando de contener una carcajada. 
“OK, esta bien” dijo ahogado. “Cásense”. Otro ataque de risa lo 
sacudió. 
“Pero…” 
“¿Pero qué?” demandé. 
“¡Pero tú tienes que decirle a tu madre! ¡No le diré ni una palabra 
a René! ¡Eso es todo tuyo!” estalló en 
carcajadas de la risa. 
Paré con mi mano en la manilla, sonriendo. Seguro, en ese 
momento, sus palabras me aterrorizaron. 
La Ultima Condena: decirle a René. Un matrimonio a temprana 
edad estaba en lo más alto de su lista negra, 
más que hervir vivos a pequeños cachorritos. 
¿Quién podría haber previsto su respuesta? Yo no. Charle 
ciertamente no. Quizás Alice, pero no pensé en 
preguntarle 
“Bueno: Bella,” dijo Renée después de haberme atragantado y 
tartamudeado con las palabras imposibles: 
Mamá, me caso con Edward. “Estoy un poco ofendida que hayas 
esperado tanto para decirme. Los pasajes 
de avión cada vez se ponen más caros. Oohh, se inquietó, “¿Crees 
que Phill no tendrá yeso para entonces?” 
Arruinaría las fotos si no esta con traje.” 
“Espera un segundo, Mamá.” dije boquiabierta. ¿A que te refieres 
con que esperé tanto? Recién me comp…” 
No podía forzar a salir la palabra comprometida “las cosas se 
fijaron, tú sabes, hoy”. 
"¿Hoy día? ¿En serio? Eso es una sorpresa. Asumí…” 
“¿Qué asumiste? ¿Cuándo lo asumiste?” 
“Bueno, cuando viniste a visitarme en Abril, se veía como si todo 
estuviera arreglado, si sabes a lo que me 
refiero. No eres muy difícil de leer, cariño. Pero no dije nada por 
que sé que no habría hecho nada de bien. 
Eres exactamente como Charlie”. Suspiró, resignada. “Una vez 
que decides algo, no hay forma de razonar 
contigo. Por supuesto, exactamente como Charlie, te apegas a tus 
decisiones, también.” 
“No estas cometiendo mis errores, Bella. Suenas como si 
estuvieras muerta de miedo, y creo que es porque 
tenias miedo de mi”. Soltó una risita tonta. “De que voy a creer, y 
sé que he dicho mucho sobre el matrimonio 
y otras estupideces, no estoy retractándome, pero necesitas darte 
cuenta de que esas cosas específicamente 
se aplican a mi. Tú eres una persona completamente distinta a mí. 
Tú cometes tus propios errores, y estoy 
segura que tendrás tu parte correspondiente de arrepentimientos 
en tu vida. Pero el compromiso nunca fue 
tu problema, cariño. Tienes mejores opciones para hacer que esto 
funcione, mucho mas que gente de 
cuarenta años que conozco”. Renée se reía otra vez.” Mi pequeña 
hija de mediana edad. Por suerte, al parecer 
haz encontrado otra alma vieja.” 
“¿No estas enojada?” “¿No crees que estoy cometiendo un gran 
error?” 
“Bueno, de seguro desearía que esperaras unos cuantos años más. 
Me refiero a que, te parezco lo 
suficientemente vieja para ser suegra? No contestes eso. Pero no 
sobre mí. Es sobre ti. ¿Eres feliz?" 
“No lo sé. Estoy teniendo una experiencia extrasensorial ahora 
mismo.” 
Renée soltó una risa suave. “¿Él te hace feliz, Bella?” 
“Sí, pero-” 
“¿Pero qué?” 
“Pero no dirás que suena exactamente como cualquier otra 
encaprichada adolescente como en la antigüedad?” 
“Nunca has sido una adolescente, cariño. Sabes lo que es mejor 
para ti”. 
En las últimas semanas, inesperablemente, Renée se vio inmersa 
en los planes de la boda. Pasa horas todos 
los días al teléfono con la madre de Edward, Esme, no hay 
preocupaciones en que las suegras se lleven bien. 
Renée adora a Esme, pero entonces, dudo que alguien pueda 
evitar reaccionar de esa manera a hacia mi más 
adorable suegra. 
En seguida me dejó descolocada. La familia de Edward y mi 
familia, juntos estaban a cargo de los preparativos
sin dejarme hacer, saber o pensar mucho sobre ello.
Charlie estaba furioso, por supuesto, pero la parte más dulce fue 
que no estaba enojado conmigo. Renée era 
la traidora. El contaba con que ella fuera la difícil. ¿Que podía él 
hacer ahora, cuando la última amenaza – 
decirle a Mamá – había resultado completamente en vano? No 
tenía nada, y lo sabia. Entonces lloriqueaba 
alrededor de la casa, murmurando que ya no podía confiar en 
nadie en este mundo…
“¿Papá?” lo llamé cuando abrí la puerta de la calle. “Estoy en 
casa.” 
“Espera, Bella , quédate ahí.” 
“¿Ah?" pregunté, parando automáticamente. 
“Dame un segundo, Ouch, lo hiciste, Alice.” 
¿Alice? 
“Lo siento, Charlie,” La vibrante voz de Alice respondió, ¿Cómo 
es eso? 
“Estoy sangrando.” 
“Estás bien. No pase la piel" – confía en mi. 
"¿Qué esta pasando?" demandé, dubitativa en la puerta de 
entrada. 
“Treinta segundos, por favor, Bella,” me dijo Alice. “Tu paciencia 
será recompensada.” 
“Hhmm” añadió Charlie. 
Golpeé con mi pie en el suelo, contando cada segundo. Antes de 
entrar a la sala de estar. 
“Oh” exhalé. “Aw. Papá. ¿No te ves –" 
"¿Tonto?" interrumpió Charlie. 
“Estaba pensando en 'elegante'” 
Charlie se sonrojó. Alice tomó su codo y tiró de la manga, lo dio 
vuelta en circulo para exhibir el traje de 
color gris pálido. 
“Ahora sácame esto, Alice. Me veo como un idiota.” 
"Nadie que ha sido vestido por mi se ve como un idiota." 
“Tiene razón, Papá. ¡Te ves fantástico! ¿Cuál es la ocasión?“ 
Alice giró sus ojos. “Es la prueba de talle final. Para ambos. “ 
Despegué la mirada del inusualmente elegante Charlie y por 
primera vez vi el la temida bolsa blanca de ropa 
recostada cuidadosamente a través del sofá. 
“Aahh" 
“Ve a tu lugar feliz, Bella. No nos tomará mucho“ 
Respiré hondo y cerré mis ojos. Manteniéndolos cerrados, me 
tropecé dirigiéndome hacia las escaleras a 
mi habitación. Me desnudé hasta quedar en mi ropa interior y 
mantuve los brazos arriba sin rodeos. 
“Creíste que estaba metiendo astillas de bambú bajo tus uñas,” 
Alice murmuró para si misma cuando me 
seguía. 
No le presté atención. Estaba en mi lugar feliz. 
En mi lugar feliz, toda la confusión de la boda se terminaba y 
listo, quedaba atrás. Reprimida y olvidada. 
Estábamos solos, sólo Edward y yo. El entorno era confuso y 
estaba constantemente en flujo – cambiaba de 
un brumoso bosque a una ciudad cubierta de nubes a una noche
ártica – por que Edward estaba guardando 
en secreto el lugar de nuestra Luna de miel para sorprenderme. 
Pero no estaba particularmente preocupada 
acerca de dónde. 
Edward y yo estábamos juntos, había cumplido mi parte del 
compromiso perfectamente. Me casaría con él. 
Ese era el mayor. Pero también había aceptado todos sus 
exorbitantes regalos y estaba inscrita, aunque 
inútilmente, para asistir a la escuela de Darmouth en el otoño. 
Ahora era su turno. 
Antes de que me transformara en vampiro – su gran compromiso 
– él tenía otra condición que cumplir. 
Edward tenía una obsesiva preocupación acerca de las cosas 
humanas a las que estaba renunciando, las 
experiencias que no quería que me perdiera. Pero había sólo una 
experiencia en la que yo insistía. Por 
supuesto era la que él habría deseado que olvidara por completo. 
Así era la cosa, difícil. Sabía como seria cuando todo se acabara. 
He visto vampiros neófitos de primera 
mano, y he escuchado las historias de mi pronto a ser familia 
sobre los salvajes primeros días. Por varios 
años, mi mayor rasgo de personalidad será estar sedienta. Tomaría 
tiempo volver a ser yo otra vez. Y aún 
cuando estuviera en control de mi misma, nunca volvería a sentir 
de la misma forma que me siento ahora. 
Humana… y apasionadamente enamorada. 
Quería la experiencia completa antes de haber intercambiado mi 
calidez, frágil, un cuerpo plagado de 
feromonas por algo hermoso, fuerte y desconocido. Quería una 
Luna de miel real con Edward, y a pesar del 
miedo que sentía al peligro en que me colocaría, él aceptó 
intentarlo. 
Estaba vagamente conciente de Alice y el suave roce de satín en 
mi piel. No me importaba por el momento 
que el pueblo entero hablara de mí. No pensaba en el espectáculo 
que tendría que protagonizar muy pronto. 
No me preocupaba de tropezarme con mi cola o de reírme en el 
momento equivocado o de ser muy joven o 
de la audiencia mirando o incluso del asiento vació donde mi 
mejor amigo debería estar. 
Estaba con Edward en mi lugar feliz.



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