Nadie me esperaba en el porche para recibir mi informe la siguiente vez
que acudí a la casa blanca. ¿Me mantengo en alerta?
“Todo en orden” pensé con desgana.
Mis ojos captaron entonces un pequeño cambio en la ya familiar
escena. Había una pila de telas de color claro en el último escalón
del porche. Me acerqué trotando para investigar. Aguantando la
respiración, porque el olor a vampiro se había impregnado en la
tela como no podías imaginar, golpeé la pila con mi nariz.
Alguien había dejado fuera ropa. Huh. Edward debió darse cuenta
de mi irritación cuando salí corriendo por la puerta. Bueno. Era...
agradable. Pero raro.
Tomé la ropa con cautela con mis dientes, ugh, y las llevé hacia
los árboles. Solo en caso de que todo esto fuera una broma de la
rubia psicópata y fueran un montón de prendas de chica. Seguro
que le encantaría ver la expresión en mi cara humana, mientras
sujetaba desnudo un vestido de tirantes.
En la protección de los árboles, dejé caer la apestosa pila y volví a
mi forma humana. Separé las ropas, golpeándolas contra un árbol
para airear algo del olor. Eran definitivamente ropas de chico,
pantalones pesqueros y una camisa blanca. Ninguna de las dos lo
suficientemente larga, pero parecía que me quedaban
suficientemente bien. Debían ser de Emmett. Doble los puños de
las mangas, pero no había mucho que pudiera hacer con los
pantalones. En fin.
Tengo que admitir, que me siento mejor con algo de ropa, incluso
si apesta y me esta pequeña. Era duro no poder volver a casa para
coger un pantalón de chándal cuando los necesitaba. El asunto de
ser vagabundo de nuevo, sin lugar al que volver. Sin pertenencias,
aun no me importaba demasiado, pero pronto se volvería un
estorbo.
Exhausto, subí lentamente por los escalones del porque de los
Cullen y mis nuevas ropas de segunda mano pero dudé al llegar a
la puerta. ¿Llamo? Estúpido, ya saben que estas aquí. Me
pregunto por qué nadie hacia mención de ese hecho, diciéndome
que entrará o que me marchara. Que más da. Me encogí de
hombros y entré.
Más cambios. La habitación había vuelto a la normalidad, casi, en
los últimos veinte minutos. , La pantalla plana estaba encendida,
el volumen bajo, en la que podía verse una película para chicas,
que nadie parecía estar mirando. Carlisle y Esme estaban junto a
la ventana que daba a la parte de atrás, abierta de nuevo al río. A
Alice, Jasper y Emmett no se les veía, pero podía oírles
murmurando en el piso de arriba. Bella estaba en el sofá, como
ayer, con un único tubo aún enganchado a ella y un monitor
colgado detrás del sofá. Estaba doblada como en un burrito entre
un par de espesas colchas, al menos me hicieron caso antes.
Rosalie estaba sentada con las piernas cruzadas en el suelo al lado
de su cabeza. Edward estaba en la otra punta del sofá con los pies
envueltos pies de Bella en su regazo. Levantó la mirada cuando
entré y me sonrió, solo un pequeño tic en su boca, como si algo le
agradara.
Bella no me oyó. Solo me miro cuando él lo hizo, y entonces
sonrió también, con mucha energía, se le iluminó toda la cara. No
podía recordar cuando fue la última vez que estuvo tan contenta
de verme.
¿Cuál es su problema? Por el amor de Dios, ¡esta casada!
Felizmente casada, no había ninguna duda que estaba enamorada
de su vampiro más allá del limite de la cordura. Y muy
embarazada, para rematarlo.
¿Así por qué tiene que estar tan entusiasmada de verme?
Como si le hubiese alegrado el día simplemente entrando por la
puerta.
Si simplemente le diera igual, o mejor aún, no quererme allí.
Sería mucho más fácil mantenerme al margen.
Edward parecía estar de acuerdo con mis pensamientos,
últimamente estábamos mucho de acuerdo en las cosas, es de
locos. Estaba frunciendo el ceño, leyendo la expresión de su cara
mientras ella me sonreía.
-Solo querían hablar – Murmuré, mi voz llena de
extenuación – no atacar en el horizonte.
-Ya – contestó Edward – escuché casi todo.
Eso me espabilo un poco. Estábamos a unas 3 millas - ¿Cómo?
-Te escuchó con más claridad ahora, es cuestión de familiaridad y
concentración. Además tus pensamientos son algo más fáciles de
pescar cuando estas en tu forma humana. Así que pillé casi todo
lo que pasó ahí fuera.
-Oh – me fastidio un poco, pero no tenía motivos así que lo
deje pasar – Mejor. Odio tener que repetirme.
-Te diría que te fueras a dormir un poco- dijo Bella – pero
creo que vas a caer rendido en el suelo en unos seis
segundos, así que no tiene sentido hacerlo.
Era increíble la mejoría que podía apreciarse en ella, lo
mucho más fuerte que se le veía. Olí sangre fresca y pude
ver que el vaso estaba de nuevo en sus manos. ¿Cuánta
sangre iba a necesitar para poder seguir adelante? ¿En algún
momento tendrían que ir trotando hasta la casa de los
vecinos a por más?
Me dirigí hacia la puerta contando los segundos por ella
mientras caminaba. “Mississippi Uno...Mississippi Dos...”
-¿Dónde esta el fuego, chucho?
-¿Sabes como ahogar a una rubia, Rosalie? – contesté sin pararme
o girarme para mirarla – Pegando un espejo en el fondo de una
piscina.
Pude oír como se reía Edward mientras cerraba la puerta..
Su estado de ánimo parecía mejorar en correlación con la salud de
Bella.
-Ya lo había oído – Rosalie dijo después de mí.
Baje penosamente los escalones, mi objetivo insertarme lo
suficiente dentro del bosque para que el aire fuera puro de nuevo.
Tenia planeado dejarlas en algún lugar a la justa distancia de la
casa para usarlas en el futuro, en lugar de llevarlas atadas a mi
pierna, así no tendría que olerlas, mientras me desabrochaba los
botones de la camisa, pensé que los botones nunca estarían
hechos para los hombre lobo.
Escuche as voces mientras avanzaba pesadamente por el
césped.
-¿Adónde vas? – preguntó Bella
-He olvidado decirle algo.
-Deja dormir a Jacob... puede esperar.
Si, por favor, deja dormir a Jacob.
-Solo será un momento.
Me gire lentamente. Edward ya estaba saliendo por la puerta.
Tenía una expresión de disculpa mientras se acercaba.
-¿Y ahora qué?
-Lo siento, - dijo, después dudo, como si no supiera como
enunciar lo que estaba pensando.
“¿En que piensas, lector de mentes?”
-Cuando hablabas con los enviados de Sam antes – murmuró
– estuve haciendo una “retrasmisión simultanea” para Carlisle,
Esme y los demás. Están preocupados...
-Mira, no estamos bajando la guardia. No tienes que creer a
Sam como hacemos nosotros. Estamos como los ojos bien
abiertos a pesar de eso.
-No, no Jacob. No es sobre eso. Confiamos en tu juicio. A
pesar de eso, Esme esta preocupada por las dificultades en las que
esta situación esta poniendo a tu manada. Y me pidió que te
hablara en privado de este asunto.
Eso me pillo por sorpresa. -¿Dificultades?
-Lo de estar sin casa en concreto. Se siente molesta sobre
que estéis tan... desvalidos.
Resoplé. Instintos maternales en la madre vampiro, que
estrafalario. – Somos duros. Dile que no se preocupe.
-Aun así quiere hacer lo que este en su mano. ¿Me pudo dar
la impresión de que Leah prefiere no comer cuando es un lobo?
-¿Y? – demandé.
-Bueno, tenemos comida humana, Jacob. Para mantener las
apariencias y por supuesto, para Bella. Leah, es bienvenida, si le
apetece algo. Todos lo sois,
-Lo haré saber.
-Leah nos odia.
-¿Y?
-Que intentes hacérselo saber de forma que llegue a
considerarlo, si no te importa.
-Haré lo que pueda.
-Y después esta el asunto de la ropa.
Mira las que llevaba puestas. – ¡Ah, sí! Gracias – no creo
que fuera educado mencionar lo mal que olían.
Sonrió un poco. - Bueno, es fácil ayudar con todas las
necesidades relacionadas con eso. Alice en raras ocasiones nos
deja ponernos lo mismo más de una vez. Tenemos montones de
ropa nueva que se destinan a caridad, y yo creo que Leah es más o
menos como Esme...”
-No sé que pensará de la ropa que ya no quieren los chupa
sangre. No es tan práctica como yo.
-Sé que podrás presentarle la oferta lo mejor posible. Así
como cualquier oferta relacionada con cualquier objeto físico que
necesitéis, o transporte, o lo que sea. Y las duchas, también, ya
que prefieres dormir fuera. Por favor... no penséis que no tenéis
los beneficios de un hogar.
Dijo la última frase suavemente, sin intentar no hacer ruido
esta vez, pero con una emoción real.
Le miré durante un segundo, parpadeando adormilado. –
Eso es, er, muy amable por tu parte. Dile a Esme que apreciamos,
uh, su consideración. Pero el perímetro atraviesa el río varias
veces, así que nos mantenemos muy limpios.
-Si hicieras saber la oferta también, como sí tal cosa.
-Claro, claro.
-Gracias
Le di la espalda, solo para quedarme helado cuando escuche
el apagado, grito lleno de dolor que venía de la casa. Cuando me
di la vuelta, el ya había desaparecido.
“¿Y ahora que?
Fui tras él, arrastrándome como un zombi y usando el
mismo número de neuronas que un zombi. No parecía que tuviera
más opciones. Algo iba mal. Tenia que ver que era. No habría
nada que yo pudiera hacer. Y me sentiría mucho peor.
Parecía inevitable.
Entré de nuevo. Bella estaba jadeando, enroscada sobre el
bulto que estaba en el centro de su cuerpo.. Rosalie la sujetaba
mientras Edward, Carlisle y Esme merodeaban a su alrededor. Un
rápido movimiento llamó mi atención; Alice estaba al final de la
escalera, mirando hacia abajo hacia la habitación con las manos
apretadas en las sienes. Que extraño, es como si algo la impidiera
bajar.
-Dame un segundo, Carlisle – Bella jadeó.
-Bella – dijo el doctor con ansiedad – he oído que algo se
rompía. Tengo que echar una ojeada.
-Casi seguro – jadeó - que ha sido una costilla. Ow. Si. Justo
aquí. – Señaló a su lado izquierdo, con cuidad de no tocarlo.
Esa cosa le estaba rompiendo los huesos.
-Tengo que hacerte una radiografía. Quizás allá astillas. No
queremos que perfore nada.
Bella respiró profundamente – Esta bien.
Rosalie levanto a Bella cuidadosamente. Edward iba a
protestar pero Rosalie le enseñó los dientes y gruñó – Ya la tengo
yo.
Bella estaba más fuerte, pero esa cosa también. No podías
matar de hambre a uno sin matar al otro, el proceso de
recuperación funcionaba de la misma manera. No había forma de
ganar.
La rubia llevó a rápidamente a Bella arriba por las escaleras,
con Carlisle y Edward siguiéndole muy de cerca, ninguno se
percató de mi presencia estupefacto en la puerta de entrada.
¿Así que tienen un banco de sangre y una maquina de rayos
X? Apuesto a que el médico se trae trabajo a casa.
Estaba muy cansado como para seguirles, demasiado
cansado para moverme. Me dejé resbalar por la pared, y luego me
escurrí por el suelo. La puerta aún estaba abierta, incliné me nariz
hacia ella, agradeciendo la brisa fresca que entraba apoyé mi
cabezo sobre el marco de la puerta y escuché.
Oía el sonido de la maquina de rayos X en el piso de arriba.
Bueno asumí que era eso. Y luego los pasos más silenciosos
bajando por las escaleras. No mire para ver que vampiro era.
-¿Quieres una almohada? – me preguntó Alice.
-No – mascullé. ¿Qué es toda está prepotente hospitalidad?
Me estada poniendo de los nervios.
-No pareces estar muy cómodo ahí.
-Pues no.
-Entonces, ¿por qué no te mueves?
-Estoy cansado. ¿Por qué no estas arriba con los demás? – le
respondí
-Me duele la cabeza.
Giré la cabeza para mirarla.
Alice era muy pequeña. Más o menos del tamaño de uno de
mis brazos. Parecía aun más pequeña ahora, como
encorvada en sí misma. Su pequeña cara mostraba el ceño
fruncido.
-¿A los vampiros os duele la cabeza?
-A los vampiros normales no.
Di un resoplido. Vampiros normales.
-¿Y como es que ya no estas con Bella todo el rato? –
pregunte, haciendo que pareciera una acusación. No se me había
pasado antes por la cabeza porque la tenía llena de estupideces,
pero era raro que Alice no estuviera nunca con Bella, al menos
desde que estoy aquí. Quizás si Alice estuviera a su lado, Rosalie
no lo estaría. – Creí que erais como esto – y entrelace dos de mis
dedos juntos.
-Como ya he dicho – se puse incorporó en la baldosa a unos
centímetros de mí abrazando sus delgados brazos alrededor de sus
delgadas rodillas – dolor de cabeza.
-¿Bella té está dando dolor de cabeza?
-Sí.
Fruncí el ceño. Desde luego estoy demasiado cansado para
las adivinanzas. Giré mi cabeza en busca de aire fresco y cerré los
ojos.
-En realidad, No es Bella – corrigió – El... feto.
Mira, alguien que se siente como yo. Dijo la palabra a
regañadientes, como hizo Edward.
-No puedo verlo – me dijo, aunque debía estar hablando
consigo misma. Por lo que ella podía suponer, yo ya estaba
dormido. – no puedo ver nada sobre eso. Como contigo.
Me estremecí, y apreté los dientes. No me gustaba que me
comparara con la criatura.
-Bella se interpone. Esta demasiado apegada a eso, así que
ella esta... borrosa. Como una TV mal sintonizada. Como cuando
intentas fijar la vista en esas personas borrosas que se mueven por
la pantalla. Me esta destrozando la cabeza intentar verla. Y aun
así solo puedo ver lo que pasa dentro de unos minutos. El... feto
esta demasiado desligado de su futuro. En cuanto ella tomó la
primera decisión... cuando supo que lo quería, desapareció de mi
vista. Me dio un susto de muerte.
Estuvo muy callada por un momento, y luego continuó. –
Tengo que admitir, que es un alivio tenerte cerca, a pesar de olor a
perro mojado. Todo se ha desvanecido. Como si tuviera los ojos
cerrados. Alivia el dolor de cabeza.
-Encantado de servir para algo, señora – murmuré
-Me pregunto que tiene en común contigo... por qué sois
iguales en ese sentido.
Repentinamente el calor recorrió mis huesos. Cerré los
puños para aguantar los temblores.
-No tengo nada en común con ese chupa vidas – dije entre
dientes.
-Bueno, pero hay algo.
No respondí. El calor ya se estaba apagando. Estaba
demasiado cansado como para estar furioso.
-No te importa si me quedo aquí sentada a tu lado, ¿verdad?
-Supongo que no. Ya apesta de todos modos.
-Gracias – dijo – esto es lo mejor, supongo, ya que no puedo
tomar una aspirina.
-¿Puedes bajar el volumen? Intento dormir.
No respondió, quedándose inmediatamente en silencio. Caí
rendido en segundos.
Soñaba que tenía muchísima sed. Y había un vaso lleno de
agua frente a mí, fresco, podías ver la condensación por los lados.
Lo tomé y di un gran sorbo, para darme cuenta al instante de que
no era agua, era lejía pura. Lo escupí, derramándolo por todos
lados, y parte salió por mi nariz. Abrasaba. Mi nariz estaba
ardiendo...
El dolor en la nariz me espabilo lo suficiente como para
recordar donde me había quedado dormido. El olor era muy
fuerte, teniendo en cuenta que mi nariz no estaba dentro de la
casa. Ugh. Y había mucho ruido. Alguien se reía a carcajada
limpia. Una risa familiar, pero que no estaba relacionada con ese
olor. No era de aquí.
Gruñí y abrí los ojos. El cielo estaba grisáceo, era de día,
pero ni idea de que hora podría ser. Quizás estaba a punto de
anochecer, había poca luz.
-Justo a tiempo – la rubia murmuró no desde muy lejos – la
imitación de la motosierra estaba empezando a ser cansina.
Giré sobre mi mismo y me estiré mientras me sentaba.
Mientras lo hacía me di cuenta de donde venía aquel olor.
Alguien había metido una almohada de plumas bajo mi cabeza.
Probablemente intentando ser amable, supongo. A no ser que
hubiese sido Rosalie.
Una vez que mi cara estaba lejos de las apestosas plumas,
pude oler otras cosas. Bacón y canela, todo ello mezclado con
olor a vampiro.
Parpadeé, mirando la habitación.
Las cosas no habían cambiado demasiado. Bella estaba
sentada en el medio de la habitación, el monitor ya no estaba. La
rubia a sus pies, con la cabeza apoyada en las rodillas de Bella.
Aun me daba escalofríos como se tocaban la una a la otra como si
nada. Pero dadas las circunstancias, supongo que mi reacción
hacía ese hecho era un poco estúpida. Edward estaba a su lado,
tomándole la mano. Alice, también estaba en el suelo, como
Rosalie. Su cara no estaba encogida. Era fácil ver por qué, había
encontrado a otro mitigador del dolor.
-¡Hey, Jake viene para acá! – exclamó Seth.
Estaba sentado al otro lado de Bella, con su brazo, sin tener
ningún cuidad puesto alrededor de sus hombros, y con un plato
rebosante de comida en su regazo.
¿Qué diablos?
-Vino a buscarte – dijo Edward mientras me incorporaba –
Esme le convenció para que se quedara a desayunar.
Seth, vio mi expresión y se apresuro a explicarse.
-Si, Jake, solo estaba viendo si estabas bien, ya que no
regresaste a fase. Leah estaba preocupada. Le dije que
probablemente te quedaste dormido en forma humana. Pero ya
sabes como es. Además, tienen toda esta comida, y en fin – se
dirigió hacia Edward – tío sabes cocinar.
-Gracias – murmuró Edward.
Respire despacio, tratando de separar los dientes, no podía
apartar mis ojos del brazo de Seth.
-Bella tenía frío – Edward dijo en un tono muy bajo
Claro. No es asunto mío de todas formas. No me pertenece.
Seth pudo oír el comentario de Edward, me miró a la cara, y
de repente necesitaba las dos manos para comer. Quitó su brazo
de Bella y lo metió dirigió al plato. Caminé para detenerme a
unos pasos del sofá, aún intentando organizarme.
-¿Leah esta patrullando? – le pregunte a Seth aun con voz
somnolienta.
-Si – dijo mientras masticaba – Esta en ello. No te
preocupes, Aullará si ocurre algo. Cambiamos puestos hacía
media noche. Corrí durante doce horas. – él estaba orgulloso, se
notaba en su tono.
-¿Media noche? Espera un momento, ¿qué hora es?
-Esta apunto de amanecer – miro para la ventana
comprobándolo.
En fin, amaneciendo. He dormido todo lo que quedaba de
día y toda la noche, me sentía arrepentido – Mierda, lo
siento, Seth. De verdad, tenias que haberme despertado.
-No, tío, necesitabas un sueño reparador. ¿No habías
descansado desde cuando? ¿La noche antes de tu última
patrulla para Sam?¿unas 40 horas? ¿50? No eres una
máquina, Jake. Además, no te has perdido nada.
¿Qué no me he perdido nada? Mire rápidamente a Bella. El color
había regresado a tal y como lo recordaba. Pálida, pero con el
mismo tono rosado. Sus labios eran rosas de nuevo. Incluso su
pelo tenía mejor aspecto, más brillante: Se dio cuenta que la
observaba y me dedicó una sonrisa.
-¿Qué tal la costilla? – pregunté
-Soldada y en su sitió. Ni la siento.
Puse los ojos en blanco. Oí como Edward apretó los dientes,
entendí que la actitud “todo esta perfecto” le molestaba tanto
como a mí.
-¿Qué hay de desayunar? – pregunte sarcásticamente – ¿0
negativo o AB positivo?
Me sacó la lengua. Ya volvía a ser ella misma. – Tortilla- pero
miró hacía abajo, y pude ver que su vaso de sangre estaba entre su
pierna y la de Edward.
-Ve a coger algo para desayunar, Jake – dijo Seth – Hay un
montón en la cocina. Tienes que estar hambriento.
Examiné la comida que había en su regazo. Parecía tortilla
de queso y lo que quedaba de un bollo de canela del tamaño de un
Frisbee.. Me rugió el estomago, pero lo ignoré.
-¿Qué está desayunando Leah? – pregunte a Seth en un tono
critico.
-Hey, le lleve comida antes de tomar yo nada – se defendió
– dijo que prefería comer algún animal atropellado en la carretera,
pero supongo que cederá. Estos bollos de canela... - parecía no
tener palabras para describirlos.
-Iré a cazar con ella entonces.
Seth suspiró mientras me marchaba.
-Un momento, ¿Jacob?
Era Carlisle quién preguntó. Así que cuando me giré, mi
cara probablemente tendría una expresión más respetuosa que la
que tendría si me hubiera detenido otra persona.
-¿si?
Carlisle se me acerco, mientras Esme se dirigió hacia la otra
habitación. Se detuvo a unos centímetros de distancia, un poco
más lejos del espacio que dos humanos dejarían entre ellos
mientras mantenían una conversación. Aprecié que me dejara
espacio.
-Hablando de cazar –empezó en un tono sombrío – Eso va a
ser un problema para mi familia. Comprendo que nuestra pequeña
tregua es inapropiada en este momento, así que quiero tu consejo.
¿Sam estará esperando para cazarnos fuera del perímetro que has
creado? No queremos tener ningún altercado que dañe a ningún
miembro de tu familia, o en el que perdamos alguno de la nuestra.
Si estuvieras en nuestra situación, ¿qué harías?
Me aparte, un poco sorprendido, al exponérmelo de esa manera.
¿Qué podía saber yo sobre ser un chupa sangre con zapatos caros?
Pero si conocía a Sam.
-Es arriesgado – intentando ignorar el resto de ojos que
sentía sobre me, y solo hablarle a él. – Sam esta más calmado
ahora, pero tengo por seguro que lo habrá pensado. El tratado ha
sido anulado. Si piensa que la tribu o algún humano esta en
peligro no va a hacer preguntas antes, si sabes a que me refiero.
Pero, a pesar de eso, su prioridad es La Push. No son suficientes
para defender decentemente a la gente si ponen en marcha
partidas de caza muy amplias. Apuesto a que se esta quedando
cerca de casa.
Carlisle asintió comprendiéndolo.
-Aconsejó que salgáis todos juntos, por si acaso. Y mejor
durante el día, por qué lo más lógico sería que lo hicierais de
noche, como tradicionalmente hacen los vampiros. Sois rápidos,
ir a las montañas, cazar lo suficientemente lejos como para que no
haya posibilidad de que él mande a alguien tan lejos.
-¿Y dejar a Bella, atrás, desprotegida?
Di un resoplido - ¿Y qué somos nosotros, hígado picado?
Carlisle río pero su cara se puso seria de nuevo.
-Jacob, no puedes pelear contra tus hermanos.
Mis ojos se estrecharon. – No digo que no vaya a ser duro,
pero si realmente vienen para matarla, seré capaz de detenerles.
Carlisle sacudió su cabeza con ansiedad. – No, no me refiero
a que no vayas a ser... capaz. Pero no sería lo correcto. No puedo
cargar con eso en mi conciencia.
-No estaría en la tuya, Doctor. Estaría en la mía. Y puedo
superarlo.
-No, Jacob. Haremos todo lo posible para que nuestras
acciones no hagan que eso sea necesario. – Frunció el ceño con
entendimiento – iremos de tres en tres – decidió un segundo
después. – Eso es lo mejor que podemos hacer.
-No sé Doc. Dividirse por la mitad no es la mejor estrategia.
-Tenemos algunas habilidades extra que lo igualarán. Si
Edward es uno de los tres, podrá darnos un radio de seguridad de
unos pocos kilómetros.
Los dos miramos hacía Edward. Su expresión hizo que
Carlisle cambiará rápido de opinión.
-Estoy seguro de que hay otras formas – dijo Carlisle.
Claramente no había una razón física lo suficientemente fuerte en
estos momentos para tener que apartar a Edward de Bella ahora. –
Alice, ¿supongo que podrías ver que rutas serían un error?
-Las que desaparezcan – asintió Alice – Muy fácil.
Edward, que se había puesto todo tenso con el primer plan
de Carlisle, se relajó. Bella miraba disgustada a Alice con esa
pequeña arruga que se le formaba entre los ojos cuando estaba
estresada.
-Está bien. – Dije – todo en orden. Me voy ahora. Seth,
espero que estés de vuelta para hacía el anochecer, así que échate
una siesta por ahí antes de ese momento, ¿vale?
-Claro, Jake. Entraré en fase, tan pronto como acabe con
esto. A no ser que... - dudó mirando a Bella. - ¿Me necesitas?
-Tiene mantas – le dije.
-Estoy bien, Seth, gracias. – Bella dijo con rapidez.
Entonces Esme entró de nuevo en la habitación, con un plato
muy lleno en las manos. Se puso vacilante detrás del codo
Carlisle, sus amplios ojos de color oro oscuro mirándome a la
cara. Tendió el plato hacia delante y dio un tímido paso hacía
delante.
-Jacob- dijo en voz baja. Su voz no era tan defensiva como
la de los demás. – Sé que... a ti no te hace la idea de comer aquí,
el olor es demasiado desagradable. Pero me sentiría mucho mejor
si te llevas algo de comida contigo cuando te vayas. Sé que no
puedes volver a casa, y es por nuestra culpa. Por favor... para
calmar mis remordimientos. Toma algo para comer. – Me ofreció
la comida, su cara era dulce y suplicante. No se como lo
consiguió, por qué no aparentaba estar más allá de “veintipocos”,
y era tan pálida como los demás, pero de pronto algo en su
expresión me recordó a mi madre.
Maldita sea.
-Sí, claro. Claro. – murmuré – Supongo que Leah seguirá
teniendo hambre o algo.
Me adelante y cogí la comida con una mano, separándola de
mi con el largo de mi brazo. La arrojaría contra un árbol o algo.
No quería que se sintiera mal.
Entonces recordé a Edward.
“¡Ni se lo menciones!. Deja que crea que me la comí.”
No le miré para ver si estaba de acuerdo. Más le valía
estarlo. Chupa sangre me la debes.
-Gracias, Jacob – dije Esme, sonriéndome. ¿Cómo es
posible que una cara de piedra tenga hoyuelos?
-Um, gracias a ti – dije, mi cara estaba caliente, más que de
costumbre.
Este era el problema de pasar tiempo con los vampiros, te
acostumbras a ellos. Empiezan a manipular tu forma de ver el
mundo. Empezaban a parecer amigables.
-¿Volverás más tarde, Jake? – preguntó Bella mientras yo
intentaba huir.
-Uh, No lo sé.
Apretó los labios, como si estuviera intentando no sonreír. -
¿por favor?, Quizás tenga frío.
Inhalé profundamente por la nariz, y entonces me di cuenta
demasiado tarde, de que no era buena idea. Me estremecí. –Tal
vez.
-¿Jacob? – preguntó Esme. Me di la vuelta hacía la puerta
mientras ella continuaba; dando unos cuantos pasos detrás de mi.
– He dejado un cesto de ropa en el porche. Son para Leah. Están
lavados, he intentado tocarlas lo menos posible. – Frunció el
ceño. - ¿Te importa llevárselas?
-De acuerdo – murmuré, y salí por la puerta, antes de que
nadie pudiera entretenerme con nada más.
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