Nadie te esta mirando, me prometí a mi misma. Nadie te esta
mirando. Nadie te esta mirando.
Pero, porque no podía mentirme convincentemente ni siquiera a
mi misma, tuve que echar un vistazo.
Como estaba sentada esperando por las tres luces del tráfico en el
pueblo que se volvieran verdes, mire a
escondidas a la derecha -en su minivan, La Señora Weber dio
vuelta completo su torso en mi dirección. Sus
ojos perforaron los míos y me estremecí, preguntándome por qué
no bajaba su mirada o se veía avergonzada.
Todavía se consideraba rudo mirar fijamente a la gente, ¿no era
así?, ¿ya no se aplicaba más eso a mí?
Entonces recordé que estas ventanas estaban recubiertas de un
color tan oscuro que probablemente ella no
tenia idea si incluso yo estaba aquí, quedando claro eso alcance su
mirada. Intente encontrar algún alivio
en el hecho de que no tenía la vista fija en mí realmente, sólo en
el auto.
Mi auto. Suspiré.
Eche un vistazo a la izquierda y gemí. Dos peatones estaban
tiesos en la acera, perdiendo su oportunidad
de cruzar mientras miraban fijamente.
Detrás de ellos, el Señor Marshall estaba embobado a través de la
vidriera de su pequeña tienda de recuerdos.
Al menos no tenía la nariz pegada contra el vidrio. Todavía.
La luz se volvió verde y en mi apuro por escapar pisotee sobre el
pedal del gas sin pensarlo - la forma normal
en la que hubiera golpeado a mi viejo monovolumen Chevy para
que se moviera.
"¡Argh!" grite sofocada mientras buscaba a tientas el freno.
Tranquilizándome, simplemente golpe de forma
ligera el pedal. De todas formas el auto se tambaleo hasta
detenerse absolutamente.
No aguante mirar alrededor a la reacción. Si había habido alguna
duda de quién estaba manejando este auto
antes, se había ido ahora. Con la punta de mi zapato, suavemente
presione el pedal del gas hacia bajo un
milímetro y medio, y el auto se movió hacia adelante otra vez.
Conseguí alcanzar mi meta, la gasolinera. Si no hubiera estado
funcionando ---No hubiera llegado al pueblo
del todo. Iba sin muchas cosas estos días, como Pop-Tarts
(galletitas dulces) y cordones de zapatos. Para
evitar gastar tiempo en público.
Moviéndome como si fuera en una carrera, tuve la ventanilla
abierta, la tapa del depósito de gasolina abajo,
la tarjeta escaneada y el inyector en el tanque dentro de segundos.
Por supuesto, no había nada que pudiera
hacer para que los números en el marcador aceleraran el paso.
Ellos hacían tic-tac perezosamente, casi como
si lo hicieran sólo para enojarme.
No estaba soleado - un típico día lluvioso en Forks, Washington -
pero aún sentía como si un foco me
apuntara, atrayendo la atención al delicado anillo en mi mano
izquierda. En momentos como este, percibiendo
los ojos en mi espalda, se sentía como si el anillo se estuviera
moviendo rítmicamente como un aviso de
neón: Mírame, Mírame.
Era ridículo estar tan acomplejada y sabía eso. Además de mi
papá y mamá, ¿realmente importaba lo que
la gente estuviera diciendo sobre mi compromiso?, ¿acerca de mi
nuevo auto?, ¿acerca de mi misteriosa
aceptación en el Ivy League Collegue? ¿Acerca de la brillante
tarjeta de crédito negra que centelleaba en mi
bolsillo de atrás ahora mismo?
"Sí, a quién le importa lo que piensen" Murmuré respirando bajo.
"Uhm, ¿señorita?" la voz de un hombre llamo.
Me di vuelta, y entonces desee no haberlo hecho.
Dos hombres estaban parados al lado de un lujoso todo terreno
con flamantes kayaks atados en la parte
superior. Ninguno de ellos estaba mirándome, ambos miraban el
auto.
Personalmente, no lo entendía. Apenas estaba orgullosa de poder
distinguir los símbolos de Toyota, Ford
y Chevy. Este auto era negro brillante, elegante, y bonito, pero
seguía siendo sólo un auto para mí.
"Lamento molestarla, pero ¿podría decirme qué tipo de auto esta
manejando?" preguntó el alto.
"Uhm, un Mercedes, ¿si?"
"Sí," dijo el hombre cortésmente mientras su amigo de más baja
estatura entorno sus ojos a mi respuesta.
"Lo sé. Pero me estaba preguntando... ¿esta manejando un
Mercedes Guardian?" el hombre dijo el nombre
con reverencia. Tuve la sensación de que este tipo se llevaría bien
con Edward, mi... mi prometido (no había
realmente vuelta que darle a esa verdad con la boda sólo a unos
días) "Se supone que no están disponibles
en Europa todavía" el hombre continúo "y mucho menos aquí."
Mientras sus ojos examinaban los contornos de mi auto -no se
veía muy diferente de otros Mercedes para
mi, pero ¿qué sabia yo? - Contemplaba brevemente mis
problemas con palabras como prometido, boda, esposo,
etc.
Tan solo no podía ponerlas juntas en mi cabeza.
Por una parte, había sido criada para que se me pusieran los pelos
de punta al simple pensamiento de
esponjosos vestidos blancos y ramilletes. Pero más que eso, tan
sólo no podía conciliar un formal, respetable,
aburrido concepto como esposo con mi concepto de Edward. Era
como moldear a un arcángel como un
contador público. No podía visualizarlo en ningún rol banal.
Como siempre, tan pronto comencé a pensar en Edward fui
atrapada por un excitante revuelo de fantasías.
El extraño tuvo que aclarar su garganta para tener mi atención:
todavía estaba esperando por una respuesta
acerca de la compañía que hizo el auto y el modelo.
"No lo sé" le dije honestamente.
"¿No le importa si me tomo una foto con él?"
Me tomo un segundo procesar eso. "¿En serio?, ¿quiere tomarse
una foto con el auto?"
"Claro--nadie va a creerme si no tengo una prueba".
"Uhm. Okay. Bien."
Puse de lado rápidamente el inyector y me arrastre lentamente en
el asiento delantero para esconderme
mientras el entusiasta extrajo de su bolso una gran cámara que se
veía profesional. Él y su amigo hicieron
turnos posando por el capo, y entonces fueron a tomar fotos a la
parte trasera.
"Extraño mi monovolumen" me queje.
Muy, muy conveniente -demasiado conveniente- que mi
monovolumen haya dado su último respiro sólo
semanas después de que Edward y yo hayamos acordado nuestro
anómalo compromiso, un detalle el cual
era que él tenia permitido reemplazar mi monovolumen cuando
este pasara a mejor vida. Edward juro que
eso sólo era esperable, mi monovolumen había vivido bastante y
entonces había expirado por causas naturales.
Según él. Y, por supuesto, yo no tenia forma de verificar su
historia o tratar por mi misma de revivir mi
monovolumen. Mi mecánico favorito... detuve ese frío
pensamiento, negándome a terminarlo. En lugar de
eso, escuche la voz del hombre afuera, atenuada por las paredes
del auto.
"... en el video online venían con un lanzador de fuego. Ni
siquiera arrugo la pintura."
"Por supuesto que no. Puedes pasar un tanque sobre este nene. No
hay mucho mercado para uno aquí.
Diseñado por diplomáticos del Medio Oriente, traficantes de
armas, y los lideres que manejan drogas, en
su mayoría."
"¿Crees que ella es algo?" preguntó el de baja estatura en voz más
suave. Agache mi cabeza.
"Huh," dijo el alto, "Quizás. No puedo imaginar para qué
necesitas vidrios a prueba de misiles y dos toneladas
de armadura por aquí. Debe ser conducido en alguna parte más
peligrosa."
Armadura. Dos toneladas de armadura. ¿Y vidrios a prueba de
misiles? Genial. ¿Qué había pasado con el
buen pasado de moda antibalas?
Bueno, al menos esto hacia algún sentido --si tenias un retorcido
sentido del humor.
No era como si no hubiera esperado que Edward se aprovechara
de nuestro trato, para cargarlo de su lado
de modo que él pudiera dar más que recibir. Estuve de acuerdo en
que podía reemplazar mi monovolumen
cuando necesitara ser reemplazado, no esperando que ese
momento llegara tan luego, por supuesto. Cuando
fui forzada a admitir que mi monovolumen se había convertido en
no más que un tributo de naturaleza
muerta a los clásicos Chevys en mí acera. Sabía que su idea del
reemplazo iba probablemente a desconcertarme.
Hacerme foco de miradas y cuchicheos. Había estado de acuerdo
en esa parte. Pero ni siquiera en mis más
oscuros pensamientos había previsto que él me daría dos autos.
El auto "anterior". Me dijo que era un auto prestado y que lo
devolvería después de la boda. Todo esto no
tenía absolutamente ningún sentido para mí.
Hasta ahora.
Ja ja. Porque yo era tan frágilmente humana, tan propensa a los
accidentes, tan victima de mi propia peligrosa
mala suerte, aparentemente necesitaba un resistente tanque como
auto para mantenerme a salvo. Muy
divertido. Estaba segura que él y sus hermanos habían disfrutado
un poco de la broma a mis espaldas.
O quizás, tan sólo quizás, una pequeña voz susurró en mi cabeza,
no es una broma, tonta. Quizás él esta
realmente preocupado por ti. Esta no era la primera vez que él se
volvía un poco exagerado tratando de
protegerme.
Suspiré.
No había visto el auto de "después" todavía. Estaba escondido
bajo una sabana en el rincón más profundo
del garaje de los Cullen. Sabía que la mayoría de la gente habría
mirado a hurtadillas hasta ahora, pero
realmente no quería saber.
Probablemente no había armadura en ese auto - porque no la
necesitaría después de la luna de miel.
Virtualmente indestructible era una de las muchas ventajas que yo
estaba buscando. La mejor parte acerca
de ser un Cullen no eran los autos caros ni las impresionantes
tarjetas de créditos.
"Hey," llamó el hombre alto, poniendo sus manos en el vidrio en
un esfuerzo por tratar de ver hacia dentro
"Ya estamos listos. ¡Muchas gracias!"
"De nada." contesté de vuelta, y entonces tensa mientras encendía
el motor moví el pedal con cuidado -
siempre tan suavemente- hacia abajo...
No importa cuantas veces haya conducido el familiar camino
hacia mi casa, aún no podía hacer que los
anuncios mojados por la lluvia se descoloraran en el fondo. Cada
uno de ellos, sujetado con grapas a los
postes de teléfono y pegados en las señalizaciones de las calles,
era un golpe frío en la cara. Un bien merecido
golpe en la cara.Mi mente fue absorbida en el pensamiento. Antes
había sido interrumpido inmediatamente.
No podía evitarlo en este camino. No con fotografías de mi
mecánico favorito pasando delante de mí a
intervalos regulares.
Mi mejor amigo. Mi Jacob.
Los carteles de ¿HA VISTO USTED A ESTE CHICO? no fueron
la idea del padre de Jacob. Habían sido idea
de mi padre, Charlie, quien imprimió anuncios y los esparció por
todo el pueblo. Y no sólo en Forks, sino
en Port Angeles y Sequim y Hoquiam y Aberdeen y en cada
pueblo de la Península Olímpica... Se había
asegurado que todas las estaciones de policía en el estado de
Washington tuvieran el mismo anuncio colgado
en la pared, también. Su propia estación tenía un mural entero
dedicado a encontrar a Jacob. El mural estaba
generalmente vacío, para su gran decepción y frustración.
Mi papá estaba decepcionado más que con la falta de respuestas,
con Billy, el padre de Jacob --y el amigo
más cercano de Charlie.
Por Billy no estar más involucrado con la búsqueda de su
"fugitivo de 16 años". Por Billy negándose a poner
anuncios en La Push, la reserva en la costa que era el hogar de
Jacob. Por su aparente resignación a la
desaparición de Jacob, como si no hubiera nada que él pudiera
hacer. Por decir "Jacob esta madurando ahora.
Él volverá a casa si quiere hacerlo."
Y estaba frustrado conmigo por irme al lado de Billy.
Yo no ponía carteles, tampoco. Porque ambos, Billy y yo,
sabíamos donde estaba Jacob, más o menos, y
también sabíamos que nadie había visto a este chico.
Los anuncios situaron el usual gran y gordo nudo en mi garganta,
las usuales escocidas lágrimas en mis
ojos, y estaba contenta de que Edward estuviera fuera cazando
este domingo. Si Edward viera mi reacción,
sólo lo haría sentir terrible, también.
Por supuesto, había inconvenientes en que fuera domingo.
Mientras me daba vuelta lenta y cuidadosamente
sobre mi calle, pude ver la patrulla de policía de mi papá en el
camino de entrada de nuestra casa. Se había
saltado la pesca hoy otra vez. Aún enfurruñándose acerca de la
boda.
Así que no pude ser capaz de usar el teléfono adentro. Pero tenía
que llamar...
Me detuve en la acera detrás de la figura del Chevy y saque el
celular que Edward me había dado por
emergencias de la guantera. Marqué, manteniendo mi dedo en el
botón de "colgar" mientras el teléfono
sonaba. Por si acaso. "¿Hola?" Seth Clearwater respondió, y
suspire de alivio. Yo era demasiado cobarde para
hablarle a su hermana mayor Leah. La frase "arráncame la cabeza
con los dientes" no era totalmente en
sentido figurado cuando venía de Leah.
"Hey, Seth, es Bella."
"¡Oh hola, Bella! ¿Cómo estas?"
Atragantada. Desesperada por consuelo. "Bien."
"¿Llamando para ponerte al día?"
"Eres psíquico"
"Apenas. No soy Alice -tú sólo eres predecible," bromeo. Entre la
manada Quileute allá abajo en La Push,
sólo Seth se sentía a gusto mencionando a los Cullen por su
nombre, menos aún bromear acerca de cosas
como mi próxima cuñada casi sabe lo todo.
"Sé que lo soy". Vacile por un minuto. "¿cómo esta él?"
Seth suspiró. "Igual que siempre. No quiere hablar, aunque puede
oírnos. Esta tratando de no pensar como
humano. Sólo yendo con sus instintos."
"¿Sabes donde esta ahora?"
"En alguna parte del norte de Canadá. No podría decirte qué
provincia. Él no presta mucha atención a los
limites entre estados"
"Cualquier indirecta que él pudiera..."
"Él no va a volver a casa, Bella. Lo siento."
Tragué saliva. "Este bien, Seth Lo sabia antes de preguntar. Es
sólo que no puedo evitar anhelarlo."
"Sí. Todos nos sentimos igual."
"Gracias por aguantarme, Seth. Sé que los otros deben estar
haciéndotelo difícil."
"No son grandes admiradores tuyos" convino alegremente. "Una
tontería, pienso. Jacob hizo sus elecciones,
tú las tuyas. A Jake no le gusta la actitud de ellos sobre esto. Por
supuesto él no esta súper entusiasmado en
que lo estés inspeccionando, tampoco"
Me quede boquiabierta. "¿pensé que él no te hablaba?"
"No puede escondernos todo, por mucho que trate."
Así que Jacob sabia que estaba preocupada. No estaba segura de
cómo sentirme acerca de eso. Bueno al
menos él sabía que no había saltado hacia el horizonte y lo había
olvidado por completo. Puede ser que él
me haya imaginado capaz de eso.
"Supongo que te veré en la... boda." dije, forzando la palabra a
través de mis dientes.
"Sí, yo y mi mamá estaremos ahí. Fue genial de tu parte que nos
preguntaras."
Sonreí al entusiasmo en su voz. Aunque invitar a los Clearwaters
había sido idea de Edward, estaba contenta
de que hubiera pensado en eso. Tener a Seth iba a ser bueno --un
vínculo, no obstante poco convincente, a
mi padrino de boda perdido.
"Dile a Edward que le mando saludos, ¿si?"
"Seguro"
Agité mi cabeza. La amistad que había surgido entre Edward y
Seth era algo que aún aturdía mi mente.
Aunque era una prueba de que las cosas no habían tenido que ser
de esta manera. Los licántropos y vampiros
podían llevarse bien, muchas gracias, si tuvieran la voluntad de
hacerlo.
No a todos les gustaba esa idea.
"Ah," dijo Seth, su voz se quebró una octava. "Er, llegó Leah."
"¡Oh, adiós!"
La llamada se corto. Deje el teléfono sobre el asiento y me
prepare mentalmente para entrar a la casa, donde
Charlie estaría esperando.
Mi pobre padre tenia tanto con que lidiar en estos momentos.
Jacob-el-fugitivo era solo uno de los tantos problemas que tenia
que aguantar en su sobrecargada espalda.
Estaba más o menos preocupado por mi, su apenas-una-adultalegal hija quién estaba a punto de ser Señora
en sólo unos pocos días más.
Caminé lentamente a través de la ligera lluvia, recordando la
noche que le contamos...
Así como el sonido del auto de Charlie anunciaba su regreso, el
anillo de repente pesaba cincuenta kilos en
mi dedo. Quería meter mi mano izquierda en el bolsillo, o quizás
sentarme arriba de ella,
“Deja de moverte nerviosamente, Bella. Por favor trata de
recordar que no estas confesando un asesinato
aquí.”
“¡Es fácil decirlo para ti!”
Escuché el siniestro, fuerte y bullicioso sonido de las botas de mi
padre chocar contra el pavimento. Las
llaves sonaban en la puerta ya abierta. El sonido me recordó a
esas partes de las películas cuando las victimas
se dan cuenta que olvidaron cerrar el pestillo…
“Cálmate Bella”, Edward susurró, escuchando la aceleración de
mi corazón. La puerta golpeó contra la
pared, y me estremecí como si hubiera sido atacada con un arma
de electrochoque.
“Hola, Charlie,” Edward lo saludó totalmente relajado.
“¡NO!” pité bajo mi respiración
“¿Qué?” Edward susurró de vuelta.
“¡Espera a que cuelgue su pistola!”
Edward soltó una risita entre dientes y pasó la mano por su
despeinado cabello bronce.
Charlie salió de la esquina, aún en su uniforme, aún armado, y
tratando de no poner caritas cuando nos ha
espiado sentados en el sofá de dos plazas. Últimamente, se ha
esforzado mucho para que Edward le agradara
más. Por supuesto, esa revelación de seguro estaba por acabarse
inmediatamente.
“Hola, chicos. ¿Qué pasa?”
“Nos gustaría hablar contigo,” dijo Edward. “Tenemos buenas
noticias.”
La expresión de Charlie pasó en un segundo de tensa amabilidad a
oscura sospecha.
“¿Buenas noticias?” gruñó Charlie, mirándome fijamente.
“Toma asiento, Papá.”
Levantó una ceja, me miró por cinco segundos, entonces con paso
ruidoso se sentó en la orilla del reclinador,
su espalda estaba recta.
“No te exaltes, Papá”, después de un momento de silencio se lo
dije.
“Todo esta bien.”
Edward hizo una mueca, y supe que había una objeción en la
palabra “Esta bien”. Él probablemente habría
usado algo parecido a “maravilloso” o “perfecto” o “glorioso”.
“Seguro Bella, seguro que sí. Si todo es tan genial entonces ¿Por
qué estas tan nerviosa?”
“No estoy nerviosa,” mentí.
Me ladeé lejos de su feroz ceño fruncido, avergonzada hacia
Edward, e instintivamente limpié mi frente con
mi mano derecha para remover la evidencia.
“¡Estas embarazada!”. Charlie explotó “¿Estas embarazada, no es
cierto?”
Pensando que la pregunta estaba dirigida a mi, él estaba mirando
a Edward, y puedo jurar que vi su mano
dirigirse a su pistola.
“¡No! ¡Por supuesto que no lo estoy!” Quise darle un codazo en la
costilla a Edward, pero sabia que ese
movida sólo me podría proporcionar un moretón.
¡Le había dicho a Edward que la gente probablemente sacaría esa
conclusión! ¿Qué otra razón posible habría
para que personas cuerdas se casaran a los dieciocho años?
(Su respuesta hizo que mis ojos giraran. Amor. Claro.)
La mirada llena de ira de Charlie se aclaró. Usualmente cuando
estaba diciendo la verdad mi cara lo dejaba
bastante claro, y el ahora me creía.
“Oh, lo siento”
“Disculpa aceptada”.
Hubo una larga pausa. Después de un momento me di cuenta que
todos estaban esperando a que dijera algo.
Miré aterrada a Edward. No había manera de que me salieran las
palabras. Me sonrió y entonces dobló sus
hombros hacia mi padre.
“Charlie, me he dado cuenta de que no he hecho esto en orden.
Tradicionalmente, debería haberte preguntando
primero. No quise faltarte el respeto, pero como Bella ya ha dicho
que sí y no quiero empequeñecer su
decisión en este asunto, en vez de pedirte a ti su mano, estoy
pidiendo tu bendición. Nos vamos a casar,
Charlie. La amo más que nada en este mundo, más que a mi vida,
y por un extraño milagro ella me ama de
esa forma también. ¿Nos darías tu bendición?”.
Sonaba tan seguro, tan calmado. Por un instante, escuchando la
absoluta confianza en su voz, experimenté
un raro momento de entendimiento. Podía ver, fugazmente la
manera que el mundo se veía para él. En lo
que duraba un latido del corazón, esta noticia hacia perfectamente
sentido.
Y entonces capté la mirada de la expresión de la cara de Charlie,
ahora sus ojos estaban mirando el anillo.
Aguanté la respiración mientras que su piel cambiaba de color, un
aceptable rojo, de rojo a violeta, me
comencé a parar, no estaba segura que tenia planeado hacer; tal
vez utilizar la maniobra Heimlich.
De seguro él no estaba ahogado, pero Edward apretó mi mano y
murmuró “Dale un minuto” tan bajo que
sólo yo pude escuchar.
El silencio fue mucho mas largo esta vez. Entonces gradualmente,
matiz a matiz, el color de Charlie volvió
a la normalidad. Sus labios estaban apretados, y sus cejas estaban
arrugadas; reconocí su expresión de
“pensamiento profundo”. Nos estudió con la mirada a los dos por
un largo momento, y sentí a Edward
relajarse a mi lado.
“Supongo que no estoy tan sorprendido”, se quejó Charlie. “Sabia
que tendría que lidiar con esto tarde o
temprano”.
Suspiré.
“¿Estas segura de esto?” demandó Charlie mirándome.
“Estoy cien por ciento segura de Edward”, le dije sin titubear.
“Contrayendo matrimonio, ¿aunque? ¿Cuál es el apuro?” Me miro
sospechosamente otra vez.
El apuro era debido al hecho de que me estaba acercando cada
vez más a los diecinueve años todos los
apestosos días, mientras que Edward estaba congelado en sus
diecisiete años de perfección. No es ese el
hecho de que en mi libro este asociado al casamiento, pero el
matrimonio era requerido debido al delicado
y enredado compromiso que Edward y yo habíamos hecho para
llegar a este punto, al borde de cualquier
transformación de mortal a inmortal.
Estas no eran cosas que podía explicarle a Charlie.
“Nos vamos juntos a Darthmouth en el otoño, Charlie,” Edward le
recordó. “Me gustaría hacerlo, bueno,
de la manera correcta. Es como fui criado”. Dijo encogiendo sus
hombros.
No estaba exagerando exactamente; ellos habían sido grandes
moralistas pasados de moda en la Primera
Guerra Mundial.
La boca de Charlie estaba torcida de un lado. Mirando por algún
ángulo para rebatir. Pero ¿Que podía decir?
¿Prefiero que vivas en pecado primero? Era un papá; sus manos
estaban entrelazadas.
“Sabia que venia esto” dijo para si mismo frunciendo el ceño.
Entonces de repente, su cara pasó perfectamente
a suave y en blanco.
“¿Papá?” pregunté ansiosa. Miré a Edward, pero no pude leer su
cara, tampoco cuando miraba a Charlie.
“¡Ja!” Charlie explotó. Salté en mi asiento. “¡Ja, ja, ja!”
Miré sin creer como Charlie se doblaba de la risa, todo su cuerpo
se sacudía.
Miré a Edward por una traducción, pero Edward tenia sus labios
juntos, tensamente presionados, como si
estuviera tratando de contener una carcajada.
“OK, esta bien” dijo ahogado. “Cásense”. Otro ataque de risa lo
sacudió.
“Pero…”
“¿Pero qué?” demandé.
“¡Pero tú tienes que decirle a tu madre! ¡No le diré ni una palabra
a René! ¡Eso es todo tuyo!” estalló en
carcajadas de la risa.
Paré con mi mano en la manilla, sonriendo. Seguro, en ese
momento, sus palabras me aterrorizaron.
La Ultima Condena: decirle a René. Un matrimonio a temprana
edad estaba en lo más alto de su lista negra,
más que hervir vivos a pequeños cachorritos.
¿Quién podría haber previsto su respuesta? Yo no. Charle
ciertamente no. Quizás Alice, pero no pensé en
preguntarle
“Bueno: Bella,” dijo Renée después de haberme atragantado y
tartamudeado con las palabras imposibles:
Mamá, me caso con Edward. “Estoy un poco ofendida que hayas
esperado tanto para decirme. Los pasajes
de avión cada vez se ponen más caros. Oohh, se inquietó, “¿Crees
que Phill no tendrá yeso para entonces?”
Arruinaría las fotos si no esta con traje.”
“Espera un segundo, Mamá.” dije boquiabierta. ¿A que te refieres
con que esperé tanto? Recién me comp…”
No podía forzar a salir la palabra comprometida “las cosas se
fijaron, tú sabes, hoy”.
"¿Hoy día? ¿En serio? Eso es una sorpresa. Asumí…”
“¿Qué asumiste? ¿Cuándo lo asumiste?”
“Bueno, cuando viniste a visitarme en Abril, se veía como si todo
estuviera arreglado, si sabes a lo que me
refiero. No eres muy difícil de leer, cariño. Pero no dije nada por
que sé que no habría hecho nada de bien.
Eres exactamente como Charlie”. Suspiró, resignada. “Una vez
que decides algo, no hay forma de razonar
contigo. Por supuesto, exactamente como Charlie, te apegas a tus
decisiones, también.”
“No estas cometiendo mis errores, Bella. Suenas como si
estuvieras muerta de miedo, y creo que es porque
tenias miedo de mi”. Soltó una risita tonta. “De que voy a creer, y
sé que he dicho mucho sobre el matrimonio
y otras estupideces, no estoy retractándome, pero necesitas darte
cuenta de que esas cosas específicamente
se aplican a mi. Tú eres una persona completamente distinta a mí.
Tú cometes tus propios errores, y estoy
segura que tendrás tu parte correspondiente de arrepentimientos
en tu vida. Pero el compromiso nunca fue
tu problema, cariño. Tienes mejores opciones para hacer que esto
funcione, mucho mas que gente de
cuarenta años que conozco”. Renée se reía otra vez.” Mi pequeña
hija de mediana edad. Por suerte, al parecer
haz encontrado otra alma vieja.”
“¿No estas enojada?” “¿No crees que estoy cometiendo un gran
error?”
“Bueno, de seguro desearía que esperaras unos cuantos años más.
Me refiero a que, te parezco lo
suficientemente vieja para ser suegra? No contestes eso. Pero no
sobre mí. Es sobre ti. ¿Eres feliz?"
“No lo sé. Estoy teniendo una experiencia extrasensorial ahora
mismo.”
Renée soltó una risa suave. “¿Él te hace feliz, Bella?”
“Sí, pero-”
“¿Pero qué?”
“Pero no dirás que suena exactamente como cualquier otra
encaprichada adolescente como en la antigüedad?”
“Nunca has sido una adolescente, cariño. Sabes lo que es mejor
para ti”.
En las últimas semanas, inesperablemente, Renée se vio inmersa
en los planes de la boda. Pasa horas todos
los días al teléfono con la madre de Edward, Esme, no hay
preocupaciones en que las suegras se lleven bien.
Renée adora a Esme, pero entonces, dudo que alguien pueda
evitar reaccionar de esa manera a hacia mi más
adorable suegra.
En seguida me dejó descolocada. La familia de Edward y mi
familia, juntos estaban a cargo de los preparativos
sin dejarme hacer, saber o pensar mucho sobre ello.
Charlie estaba furioso, por supuesto, pero la parte más dulce fue
que no estaba enojado conmigo. Renée era
la traidora. El contaba con que ella fuera la difícil. ¿Que podía él
hacer ahora, cuando la última amenaza –
decirle a Mamá – había resultado completamente en vano? No
tenía nada, y lo sabia. Entonces lloriqueaba
alrededor de la casa, murmurando que ya no podía confiar en
nadie en este mundo…
“¿Papá?” lo llamé cuando abrí la puerta de la calle. “Estoy en
casa.”
“Espera, Bella , quédate ahí.”
“¿Ah?" pregunté, parando automáticamente.
“Dame un segundo, Ouch, lo hiciste, Alice.”
¿Alice?
“Lo siento, Charlie,” La vibrante voz de Alice respondió, ¿Cómo
es eso?
“Estoy sangrando.”
“Estás bien. No pase la piel" – confía en mi.
"¿Qué esta pasando?" demandé, dubitativa en la puerta de
entrada.
“Treinta segundos, por favor, Bella,” me dijo Alice. “Tu paciencia
será recompensada.”
“Hhmm” añadió Charlie.
Golpeé con mi pie en el suelo, contando cada segundo. Antes de
entrar a la sala de estar.
“Oh” exhalé. “Aw. Papá. ¿No te ves –"
"¿Tonto?" interrumpió Charlie.
“Estaba pensando en 'elegante'”
Charlie se sonrojó. Alice tomó su codo y tiró de la manga, lo dio
vuelta en circulo para exhibir el traje de
color gris pálido.
“Ahora sácame esto, Alice. Me veo como un idiota.”
"Nadie que ha sido vestido por mi se ve como un idiota."
“Tiene razón, Papá. ¡Te ves fantástico! ¿Cuál es la ocasión?“
Alice giró sus ojos. “Es la prueba de talle final. Para ambos. “
Despegué la mirada del inusualmente elegante Charlie y por
primera vez vi el la temida bolsa blanca de ropa
recostada cuidadosamente a través del sofá.
“Aahh"
“Ve a tu lugar feliz, Bella. No nos tomará mucho“
Respiré hondo y cerré mis ojos. Manteniéndolos cerrados, me
tropecé dirigiéndome hacia las escaleras a
mi habitación. Me desnudé hasta quedar en mi ropa interior y
mantuve los brazos arriba sin rodeos.
“Creíste que estaba metiendo astillas de bambú bajo tus uñas,”
Alice murmuró para si misma cuando me
seguía.
No le presté atención. Estaba en mi lugar feliz.
En mi lugar feliz, toda la confusión de la boda se terminaba y
listo, quedaba atrás. Reprimida y olvidada.
Estábamos solos, sólo Edward y yo. El entorno era confuso y
estaba constantemente en flujo – cambiaba de
un brumoso bosque a una ciudad cubierta de nubes a una noche
ártica – por que Edward estaba guardando
en secreto el lugar de nuestra Luna de miel para sorprenderme.
Pero no estaba particularmente preocupada
acerca de dónde.
Edward y yo estábamos juntos, había cumplido mi parte del
compromiso perfectamente. Me casaría con él.
Ese era el mayor. Pero también había aceptado todos sus
exorbitantes regalos y estaba inscrita, aunque
inútilmente, para asistir a la escuela de Darmouth en el otoño.
Ahora era su turno.
Antes de que me transformara en vampiro – su gran compromiso
– él tenía otra condición que cumplir.
Edward tenía una obsesiva preocupación acerca de las cosas
humanas a las que estaba renunciando, las
experiencias que no quería que me perdiera. Pero había sólo una
experiencia en la que yo insistía. Por
supuesto era la que él habría deseado que olvidara por completo.
Así era la cosa, difícil. Sabía como seria cuando todo se acabara.
He visto vampiros neófitos de primera
mano, y he escuchado las historias de mi pronto a ser familia
sobre los salvajes primeros días. Por varios
años, mi mayor rasgo de personalidad será estar sedienta. Tomaría
tiempo volver a ser yo otra vez. Y aún
cuando estuviera en control de mi misma, nunca volvería a sentir
de la misma forma que me siento ahora.
Humana… y apasionadamente enamorada.
Quería la experiencia completa antes de haber intercambiado mi
calidez, frágil, un cuerpo plagado de
feromonas por algo hermoso, fuerte y desconocido. Quería una
Luna de miel real con Edward, y a pesar del
miedo que sentía al peligro en que me colocaría, él aceptó
intentarlo.
Estaba vagamente conciente de Alice y el suave roce de satín en
mi piel. No me importaba por el momento
que el pueblo entero hablara de mí. No pensaba en el espectáculo
que tendría que protagonizar muy pronto.
No me preocupaba de tropezarme con mi cola o de reírme en el
momento equivocado o de ser muy joven o
de la audiencia mirando o incluso del asiento vació donde mi
mejor amigo debería estar.
Estaba con Edward en mi lugar feliz.
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