domingo, 29 de abril de 2012

Amanecer ♟♜ Capítulo 36: Ansia de sangre


Llegaron con gran ostentación y aureolados por una belleza singular.
Ellos vinieron en una rígida y formal formación. Se movían en 
conjunto, pero no era una marcha; circulaban en perfecta 
sincronía con los árboles -una oscura e irrompible forma que 
parecía sostenerse unas pulgadas encima de la blanca nieve, tan 
suave era el avance. 
El perímetro exterior era gris; el color se oscurecía con cada línea 
de cuerpos hasta llegar al corazón de la formación, de un 
profundo negro. Cada rostro estaba cubierto y ensombrecido. El 
ligero roce de sus pies era tan regular que era como música, un 
complicado ritmo que nunca decaía. 
A una señal que yo no vi -o talvez no hubo señal, sólo milenios de 
práctica-la configuración se dobló hacia fuera. El movimiento fue 
muy brusco, muy cuadrado para asemejarse a la apertura de una 
flor, aunque el color lo sugiriese; fue la apertura de un abanico, 
elegante pero demasiado anguloso. Los figuras de grises capas se 
abrieron hacia los flancos mientras que las formas más oscuras 
avanzaron hacia el centro, cada movimiento perfectamente 
controlado. 
Su avance era lento pero deliberado, sin apuros, sin tensión, sin 
ansiedad. Era el ritmo de lo invencible. 
Era casi como mi vieja pesadilla. La única cosa que faltaba era el 
deleite que yo había visto en las caras de mis sueños –las sonrisas 
de vengativa alegría. Hasta ahora, los Volturi estaban demasiado 
disciplinados para mostrar alguna emoción. Ellos ni siquiera 
mostraron sorpresa o consternación a la colección de vampiros 
que los esperaban aquí –una colección que lucía, de pronto, 
desorganizada e improvisada en comparación. No mostraron 
sorpresa al gigante hombre lobo que se apostaba entre nosotros.  
No pude evitar contar. Había treinta y dos de ellos. Aún si no 
contabas los dos grupos de negras capas que se encontraban 
detrás de todo, quienes yo creía debían ser las esposas –su 
posición protegida sugería que no estarían envueltas en el ataquenosotros seguíamos siendo superados en número. Éramos sólo 
diecinueve de nosotros los que pelearíamos, y luego siete más que 
mirarían mientras éramos destruidos. Aún contando a los diez 
lobos, ellos nos tenían en sus manos. 
“Los casaca roja están llegando, los casaca roja están llegando 
”Garret murmuró entre dientes, 
misterioso, para sí mismo y entonces se río. Se acercó un paso 
más cerca de Kate. 
“Ellos vinieron,”le susurró Vladimir a Stefan. 
“Las esposas,”dijo Stefan le contestó entre dientes.”La guardia 
entera. Todos ellos juntos. Es bueno que no intentamos atacar
Volterra.” 
Y entonces, como si su número no fuera suficiente, mientras los 
Volturi avanzaban lenta magistralmente, más vampiros 
comenzaron a entrar al claro detrás de ellos. 
Los rostros de los vampiros que parecían llegar sin fin, eran la 
antítesis de los rostro disciplinados y sin expresión de los Volturi 
–ellos mostraban un calidoscopio de emociones. Primero estaba el 
shock y hasta un poco de ansiedad cuando se encontraban con la 
imprevista fuerza que los esperaba. Pero esa inquietud pasaba 
rápidamente; ellos estaban seguros de sus aplastantes cifras, 
seguros en su posición detrás de la imparable fuerza de los 
Volturi. Sus rasgos volvieron a la que ellos mostraban antes de los 
sorprendiéramos. 
Era fácil de entender su forma de pensar –sus rostros eras así de 
explícitos. Esta era una turba enfadada, azotada por un frenesí y 
rogando por justicia. No había comprendido del todo los 
sentimientos del mundo de los vampiros hacia los niños 
inmortales hasta que leí sus rostros.  
Estaba claro que esta variopinta y desorganizada horda –más de 
cuarenta vampiros todos juntos- sería el testigo de los Volturi. 
Cuando nosotros estemos muertos, ellos esparcirían la noticia de 
que los criminales habían sido erradicados, que los Volturi habían 
actuado con nada más que imparcialidad. Pero parecía como si 
ellos más que esperar la oportunidad de ser testigos, desearan ser 
los que ayudaran a desgarrar y quemar. 
Nosotros no teníamos la más leve esperanza. Aún si nosotros 
pudiéramos neutralizar el avance de los Volturi, ellos nos 
seguirían sepultando en número. Aún si matáramos a Demetri, 
Jacob no sería capaz de salir de esto. 
Lo pude sentir así como la comprensión era asimilada alrededor 
mío. La desesperación enturbiaba el aire, que se hacía más pesado 
comenzando a tirarme hacia abajo con más presión que antes. 
Un vampiro de la fuerza opuesta no parecía corresponder a 
ninguna de las dos partes; reconocí a Irina mientras ella titubeaba 
entre las dos compañías, su expresión única entre las otras. La 
mirada horrorizada de Irina se dirigía a la posición de Tanya en la 
línea frontal. Edward lanzó un gruñido bajo pero ferviente. 
“Alistair tenía razón,”le dijo a Carlisle. 
Miré como Carlisle observaba a Edward inquieto. 
“¿Alistar tenía razón?,”susurró Tanya. 
“Ellos –Caius y Aro-vinieron para destruir y adquirir,”Edward le 
respondió susurrando casi silenciosamente; sólo nuestro lado 
pudo oír. “Ellos ya tienen varias estrategias en juego. Si la 
acusación de Irina resulta ser falsa, ellos buscarán otra razón para 
tomar la ofensiva. Pero ellos pueden ver a Renesmee ahora, por 
eso están bastante optimistas. Podemos seguir intentando 
defendernos de sus falsas acusaciones, pero ellos deben parar 
primero, para oír la verdad sobre Renesmee.”Y ahora, aún más 
bajo.”Cosa que ellos no tienen intención de hacer.” 
Jacob dio un extraño jadeo. 
Y entonces, inesperadamente, dos segundos después, la procesión 
se detuvo. La suave música de sus movimientos perfectamente 
sincronizados se tornó en silencio. La perfecta disciplina se 
mantuvo irrompible; los Volturi se congelaron en una absoluta 
tranquilidad, todos juntos. Ellos se pararon a unas cien yardas 
lejos de nosotros. 
Detrás de mí, a mis lados, escuché el palpitar de grandes 
corazones, más cerca que antes. Arriesgué miradas hacia mi 
derecha y mi izquierda, desde los costados de mis ojos para ver 
qué había detenido el avance de los Volturi. 
Los lobos se nos habían unido. 
A los lados de nuestra torcida línea, los lobos se expandían como 
largos brazos que nos bordeaban. Sólo necesité una fracción de 
segundo para notar que había más de diez lobos, para reconocer 
los lobos que me eran familiares de los que nunca había visto. 
Había dieciséis de ellos repartidos alrededor nuestro –diecisiete 
en total, contando a Jacob. Era claro por su altura y sus enormes 
patas que los nuevos eran todos muy, pero muy jóvenes. Supongo 
que debí haber esperado esto. Con tantos vampiros acampando en 
el barrio, la explosión de populación de hombres lobo era 
inevitable. 
Más niños muriendo. Me pregunté porqué Sam había permitido 
esto, y entonces entendí que él no había tenido otra elección. Si 
algunos de los lobos se quedan con nosotros, los Volturi se 
encargarían de buscar al resto de ellos. Ellos se han jugado su 
especie entera con esta decisión. 
Y nosotros íbamos a perder. 
Abruptamente, yo estaba furiosa. Más que furiosa, yo estaba presa 
de un ira asesina. La desesperación se desvaneció enteramente. 
Un débil brillo rojo realzaba las oscuras figuras frente a mí, y lo 
único que quería en ese momento era la oportunidad de hundir  
mis dientes en ellos, arrancar sus miembros de sus cuerpos y 
apilarlos para quemarlos. Estaba tan enloquecida que podría haber 
danzado alrededor de la pira donde ellos se asaban vivos; habría 
reído mientras sus cenizas ardían. Mis labios se curvaron 
automáticamente, y un bajo, fiero gruñido desgarró mi garganta 
desde la boca de mi estómago. Me di cuenta de que las esquinas 
de mis labios se había alzado formando una sonrisa.
Al lado mío, Zafrina y Senna hacían de mi silencioso gruñido. 
Edward apretó la mano que seguía sosteniendo para advertirme. 
Los ensombrecidos rostros de los Volturi seguían mayormente 
inexpresivos. Sólo dos pares de ojos traicionaron alguna emoción. 
En el mismo centro, tocando sus manos, Aro y Caius pararon para 
evaluar, y la entera guardia se detuvo con ellos, esperando por la 
orden para matar. Ninguno de los dos miró al otro, pero era obvio 
que se estaban comunicando. Marcus, aunque estaba tocando la 
otra mano de Aro, no parecía formar parte de la conversación. Su 
expresión no era tan mecánica como la de los guardias, pero era 
casi tan vacía. Como la anterior vez que lo vi, el parecía estar 
completamente aburrido. 
Los cuerpos de los testigos de los Volturi se inclinaban hacia 
nosotros, sus ojos fijados furiosamente en Renesmee y yo, pero 
ellos se quedaban cerca del margen del bosque, dejando un gran 
espacio entre ellos y los soldados de los Volturi. Sólo Irina se 
mantenía cerca de los Volturi, sólo unos pasos apartada de las 
antiguas mujeres –ambas rubias con pieles como polvo y ojos 
transparentes-y de los dos enormes guardaespaldas. 
Había una mujer de las de capas gris oscuro justo detrás de Aro. 
No podía estar segura, pero ella parecía estar tocado su espalda. 
¿Era ella el otro escudo, Renata? Me pregunté como Eleazar lo 
hizo, si ella sería capaz repelerme. 
Pero yo no gastaría mi vida tratando de llegar a Caius o Aro. 
Tenía blancos más importantes.
Busqué en la línea por ellos ahora y no tuve dificultad para 
reconocer a los dos pequeños, con capas de profundo gris cerca 
del centro de la formación. Alec y Jane, fácilmente los miembros 
más pequeños de la guardia, manteniéndose de pie al costado de 
Marcus, franqueados por Demetri del otro lado. Sus amorosos 
rostros eran tersos, no revelando nada; ellos portaban las capas 
más oscuras al lado de las puramente negras de los antiguos. Los 
gemelos brujos los había llamado Vladimir. Sus poderes eran el 
pilar de la ofensiva de los Volturi. Las joyas de la colección de 
Aro. 
Mis músculos se flexionaron, y el veneno llenó mi boca. 
Los rojos ojos nublados de Aro y Caius parpadearon cruzando 
nuestra línea. Leí decepción en el rostro de Aro mientras sus ojos 
vagaban sobre nuestras caras una y otra vez, buscando por quien 
estaba perdida. El disgusto lo hizo apretar sus labios. 
En ese momento, no estaba más que agradecida que Alice hubiera 
escapado. 
Así como la pausa se alargaba, escuché la respiración de Edward 
acelerarse. 
“¿Edward?”preguntó Carlisle, bajo y ansioso. 
“Ellos no están seguros de cómo proceder. Están sopesando sus 
opciones, eligiendo los blancos claves –yo, por supuesto, tú, 
Eleazar, Tanya. Marcus está leyendo la fuerza de nuestros 
vínculos, buscando puntos débiles. La presencia de Los Rumanos 
los irrita. Están preocupados por los rostros que no reconocen –en 
particular por Senna y Zafrina- y los lobos, naturalmente. Ellos 
nunca había estado en desventaja numérica. Eso es lo que los 
detuvo. 
“¿En desventaja?”Susurró Tanya, incrédula.  
“Ellos no cuentan a los testigos,”murmuró muy suavemente 
Edward.”Son insignificantes, no tiene importancia para la 
guardia. Aro sólo disfruta de la audiencia.” 
“¿Debería hablar con él?”preguntó Carlisle. 
Edward dudó, pero luego asintió.”Esta es la única chance que vas 
a conseguir.” 
Carlisle enderezó sus hombros y se adelantó varios pasos de 
nuestra línea defensiva. Odiaba verlo solo, desprotegido. 
Él extendió sus brazos, palmas hacia arriba como si estuviera 
saludando.”Aro, mi viejo amigo. Han pasado siglos.”
El blanco claro estuvo en un duro silencio por un largo momento. 
Podía sentir la tensión desbordando de Edward mientras 
escuchaba cómo Aro evaluaba las palabras de Carlisle. La tensión 
crecía a medida que los segundos pasaban. 
Y entonces Aro se alejó del centro de la formación de los Volturi. 
El escudo, Renata, se movió con él, como si la punta de sus dedos 
estuviera cosida a su toga. Por primera vez, las filas de los Volturi 
reaccionaron. Un murmullo de quejas cruzó la línea, muchas cejas 
se juntaron al fruncirse los ceños, labios que se encresparon sobre 
los dientes. Algunos guardias se pusieron de cuclillas. 
Aro levantó una mano hacia ellos. “Haya paz.” 
Caminó unos pasos más, y luego ladeó su cabeza hacia un 
costado. Sus lechosos ojos brillaron con curiosidad. 
“Sabias palabras, Carlisle,”susurró en su fina y tenue voz.”Parece 
fuera de lugar, considerando el ejercito que has montado para 
matarme y matar a los que quiero.” 
Carlisle sacudió su cabeza y extendió su mano derecha hacia 
delante como si no hubiera una distancia de cien yardas entre 
ellos.”Tú sólo tienes que tocar mi mano derecha para saber que 
esa nunca fue mi intención.”  
Los astutos ojos de Aro se estrecharon.”¿Pero cómo puede tu 
intención importar, querido Carlisle, en vista de lo que has 
hecho?”Frunció el ceño, y una sombra de tristeza cruzó sus rasgos 
–si era genuina o no, no podría decirlo. 
“No he cometido el crimen por el cual tu estás aquí para 
castigarme.” 
“Entonces apártate y déjanos castigar a los responsables. 
Verdaderamente, Carlisle, nada me agradaría más que preservar 
tu vida el día de hoy.” 
“Nadie ha quebrado la ley, Aro. Déjame explicarte.”De nuevo, 
Carlisle ofreció su mano. 
Antes de que Aro pudiera contestar, Caius se dirigió con rapidez 
al lado de Aro. 
“Tantas reglas sin sentido, tantas leyes innecesarias que has 
creado para ti, Carlisle,”el antiguo de cabellos blancos, 
bufó.”¿Cómo es posible que defiendas el incumplimiento de una 
de las que verdaderamente importa?” 
“La ley no ha sido infringida. Si tu escucharas –“ 
“Vemos al niño, Carlisle,”Caius gruñó.”No nos trates como 
tontos.” 
“Ella no es un inmortal. Ella no es vampiro. Puedo probarte esto 
en sólo un momento –“ 
Caius lo cortó.”Si ella no es un vampiro, ¿por qué concentraste un 
batallón para defenderla?” 
“Testigos, Caius, igual a los que ustedes han traído.”Carlisle 
señaló a la enfadada horda en el margen del bosque; algunos 
gruñeron en respuesta.”Cualquiera de estos amigos pueden decirte 
la verdad sobre esta niña. O sólo podrías verla a ella, Caius. Ver 
el rubor de sangre humana en sus mejillas.”  
“¡Artificios!”Caius rugió.”¿Dónde está la informante? ¡Déjenla 
acercarse!”El estiró su cuello hasta que pudo ver a Irina 
confundida detrás de las esposas.”¡Tú! ¡Ven!” 
Irina lo miró fijamente sin comprender, su cara era como la de 
alguien que todavía no está despierto del todo luego de una 
espantosa pesadilla. Impaciente, Caius chasqueó sus dedos. Uno 
de los grandes guardaespaldas de las esposas se acercó a Irina y le 
dio un codazo fuerte en la espaldas. Irina parpadeó dos veces y 
entonces caminó lentamente hacia Caius aturdida. Ella se detuvo 
varias yardas antes, sus ojos todavía en sus hermanas. 
Caius acortó la distancia entre ellos y le dio una cachetada. 
No debió doler, pero había algo terriblemente degradante sobre 
esa acción. Era como ver a alguien patear a un perro. Tanya y 
Kate bufaron en sincronía. 
El cuerpo de Irina se volvió rígido y sus ojos por fin se enfocaron 
en Caius. Apuntó con uno de sus dedos a Renesmee, dónde ella se 
apretaba a mi espalda, sus dedos todavía enredados en el pelaje de 
Jacob. Caius se volvió completamente rojo en mi furiosa mirada. 
Un gruñido retumbó en el pecho de Jacob. 
“¿Esta es la niña que viste?”Demandó Caius.”¿La que era 
obviamente más que humana?” 
Irina nos observó detenidamente, examinando a Renesmee por 
primera vez desde que entró en el claro. Su cabeza se inclinó a un 
costado, la confusión cruzó sus rasgos. 
“¿Y bien?”Caius siseó. 
“Yo... Yo no estoy segura,”dijo ella con tono perplejo. 
La mano de Caius se flexiono como si quisiera pegarle de 
vuelta.”¿Qué quieres decir?”dijo él, en un susurro férreo.  
“Ella no es la misma, pero creo que es la misma niña. Lo que 
quiero decir es, que ella está cambiada. Esta niña es más grande 
de la que yo vi, pero –“ 
El furioso jadeo de Caius crujió a través de sus dientes desnudos, 
e Irina se apartó si terminar. Aro se acercó a Caius y puso una 
mano en su espalda para retenerlo. 
“Serénate, hermano. Tenemos tiempo para resolver esto. No hay 
necesidad de precipitarse.” 
Con una huraña expresión, Caius le dio la espalda a Irina. 
“Ahora,”dijo Aro en un cálido y dulce murmullo.”Muéstrame qué 
estás tratando de decir.”El acercó su mano a la apabullada 
vampiro. 
Insegura, Irina tomó su mano. Él la tomo por sólo cinco segundos. 
¿Ves Caius?”dijo.”Es simple obtener lo que necesitamos.” 
Caius no respondió. Por la esquina de su ojo, Aro observó a su 
audiencia una vez, tu turba, y entonces se volvió hacia Carlisle. 
“Ahora parece que tenemos un misterio en nuestras manos. 
Pareciera que la niña ha crecido. Y aún así Irina primera memoria 
de Irina era la de un niño inmortal. Curioso.” 
“Eso es exactamente lo que estoy tratando de explicar,”dijo 
Carlisle, y por el cambio de su voz pude darme cuenta de su 
alivio. Esta era la pausa en la que todos teníamos puestas nuestras 
esperanzas. 
Yo no sentí alivio. Esperaba, casi entumecida por la rabia, por las 
estrategias que Edward había prometido. 
Carlisle volvió a levantar su mano.  
Aro dudó por un momento.”Preferiría recibir explicaciones de 
alguien más central en la historia, mi amigo. ¿Estoy equivocado 
en asumir que esta trasgresión no fue hecha por ti?” 
“No hay ninguna trasgresión.” 
“Déjalo ser como tenga que ser, yo tendré todas las facetas de la 
verdad.”La suave voz de Aro se endureció.”Y la mejor manera de 
tener esto, es teniendo la evidencia directamente de tu talentoso 
hijo.”Inclinó su cabeza en la dirección de Edward.”Así como la 
niña se sujeta a la espalda de su neófita compañera, asumo que 
Edward está envuelto.” 
Por supuesto que el quería a Edward. Una vez el se metiera en la 
mente de Edward, conocería todos nuestros pensamientos. 
Excepto los míos. 
Edward se giró para besar rápidamente mi frente y la de 
Renesmee, sin mirarme a los ojos. Entonces cruzó a grandes 
zancadas el campo nevado, palmeando el hombro de Carlisle 
cuando pasó. Escuché un suave gimoteo detrás de mí –el terror de 
Esme se abría paso. 
La bruma roja que veía alrededor del ejercito de los Volturi 
flameó más brillante que antes, no podía soportar ver a Edward 
cruzar el vació y blanco espacio solo –pero tampoco podía 
aguantar tener a Renesmee un paso más cerca de nuestros 
adversarios. Me debatía entre esos dos deseos opuestos; estaba 
fuertemente congelada que sentía que mis huesos podrían 
destrozarse de la presión. 
Miré a Jane sonreírle a Edward mientras el cruzaba el punto 
medio en la distancia entre nosotros, cuando él estaba más cerca 
de ellos que lo que el estaba de nosotros. 
Esa petulante sonrisa lo logró. Mi furia llegó a su límite, más alto 
que el deseo furioso de sangre que sentí en el momento en el que 
los lobos ingresaron en esta fatal pelea. Podía sentir mi locura en 
mi lengua –la sentía fluir a través de mí como un maremoto de 
puro poder. Mis músculos se tensaron, y actué automáticamente. 
Aventé mi escudo con toda la fuerza de mi mente, arrojándolo a 
través de la imposible expansión del campo –diez veces mi mejor 
distancia-como una jabalina. Mi respiración se aceleró en un 
bufido por mi esfuerzo. 
El escudo saltó de mí en una burbuja de pura energía, una rápida 
nube de metal líquido. Latía como una cosa con vida –podía 
sentirlo, desde la cumbre hasta los bordes. 
No hubo retroceso para el tejido elástico ahora, en ese instante de 
fuerza bruta, yo vi que el contragolpe que yo había sentido antes 
era mi propia fabricación - había estado aferrándome a esa parte 
invisible de mí autodefensa, subconscientemente involuntario 
para permitirle ir. 
Ahora que lo había puesto en libertad, y mi escudo explotó 
cincuenta buenas yardas de mí, sin esfuerzo, tomando sólo una 
fracción de mi concentración. Podía sentirlo doblarse como 
simplemente otro músculo, obediente a mi voluntad. Lo empujé, 
en forma de un largo y puntiagudo oval. 
Todo bajo el escudo de hierro flexible fue de repente una parte de 
mí -Podía sentir la fuerza vital de todo lo que cubría al igual que 
los puntos de calor brillante, deslumbrantes chispas de luz en 
torno a mí. Empuje el escudo hacia adelante hacia la longitud del 
claro, y exhalé en alivio cuando sentí a la brillante luz de Edward 
dentro de mi protección. 
Lo sostuve allí, contrayendo este nuevo músculo de modo que 
esto rodeara estrechamente a Eduard, una delgada pero 
inquebrantable hoja entre su cuerpo y nuestros enemigos. 
Apenas un segundo había pasado. Edward estaba aún caminando 
hacia Aro. Todo había cambiado en absoluto, pero nadie había 
notado la explosión excepto yo. Una risa sobresaltada estalló a 
través de mis labios. Yo sentí a los demás mirándome y vi el ojo 
negro grande de Jacob caer rodando para mirarme fijamente, 
como si yo hubiese perdido mi mente.  
Edward se detuvo a unos pasos de Aro, y yo comprendí con un 
poco de mortificación que aunque yo podía ciertamente, no debía 
impedir que este intercambio se produzca. Este era el punto de  
todos nuestros preparativos: conseguir que Aro escuche nuestra 
versión de la historia. 
Era casi físicamente doloroso para hacerlo, pero de mala gana 
retiré mi escudo y dejé atrás a Edward expuesto de nuevo. La risa 
de ánimo había desaparecido. Yo me concentré totalmente en 
Edward, dispuesta a protegerlo al instante si algo salió mal. 
La barbilla de Edward subió arrogantemente, y él sostuvo su 
mano hacia a Aro como si él estuviera confiriéndole un gran 
honor. Aro sólo parecía encantado con su actitud, pero su 
satisfacción no es universal. 
Renata tembló nerviosamente en la sombra de Aro: s sombra. El 
ceño de Caius era tan profundo, que su piel se parecía al papel, 
translúcida plegada permanentemente. La pequeña Jane mostró 
los dientes, y al lado los ojos de su Alec se estrecharon en 
concentración. Me imaginé que estaba dispuesto, como yo, para 
actuar al aviso en un segundo. 
Aro cerrado la distancia sin pausa- y realmente, que podía el 
temer? Las sombras grandes y pesadas de las capas ligeras -
estaban, a escasos metros de distancia. Jane y su don de quemar 
podría arrojar Edward sobre el terreno, retorciendose en agonía.  
Alec podría cegarlo y ensordecerlo antes de que él pudiera dar un 
paso en la dirección de Aro. Nadie sabía que yo tenía el poder de 
pararlos, ni siquiera Edward.  
Con una sonrisa fluida, Aro tomó la mano de Edward. Sus ojos se 
cerraron de golpe de una sola vez, y luego sus hombros se 
encogieron bajo la avalancha de información.  
Cada pensamiento confidencial, cada estrategia, cada idea - Todo 
lo que Edward había escuchado en las mentes a su alrededor 
durante el mes pasado – era ahora de Aro. Más atrás de cada 
visión de Alice, cada momento tranquilo con nuestra familia, cada 
cuadro en la cabeza de Renesmee, cada beso, cada toque entre 
Eduard y yo... Todo eso era de Aro ahora, también. 
Bufé con frustración, y agité el escudo con mi irritación, 
cambiando su forma y contrayendolo en torno a nuestro lado.  
"Tranquila, Bella," Zafrina me susurró. 
Aprete mis dientes juntos.  
Aro seguía concentrando en los recuerdos de Edward. La cabeza 
de Eduardo se dobló también, los músculos en su cuello se  
tensaron mientras leía otra vez todo que Aro tomaba de él, y la 
respuesta de Aro a todo aquello. 
Esta conversación de doble dirección pero desigual, siguió 
bastante tiempo más, que aún la guardia se puso incómoda. Bajos 
murmullos corrieron a través de la línea hasta que Caius ladró una 
orden aguda para pedir silencio. Jane estaba afilando adelante 
como si no pudiera evitarlo, y la cara de Renata era rígida con 
angustia. 
Por un momento, examiné este potente escudo que parecía tan 
débil en pánico, aunque ella era útil para Aro, yo podía decir que 
no era ninguna guerrera. No era su trabajo luchar, sino proteger. 
No había sed de sangre en ella. Cruda como era, yo sabía que si 
esto fuera entre ella y yo, la borraría.  
Reenfoqué cuando Aro se enderezaba, sus ojos destellaban 
abiertos, su expresión intimidada y cautelosa. Él no había liberado 
la mano de Eduard. 
Edward aflojó los músculos de la nuca ligeramente. 
"¿Ves?" Edward preguntó, con su voz de terciopelo en calma.  
"Sí, veo, de hecho," Aro acordó, y sorprendentemente, sonaba 
casi divertido. "Dudo si dos dioses o mortales nunca hayan visto 
tan claramente". 
Las caras disciplinadas de la guardia mostraron la misma 
incredulidad que yo sentí. 
"Me ha dado mucho que pensar, joven amigo," Aro continuó. 
"Mucho más de lo que esperaba." Aún no liberaba la mano de 
Edward, y la tensa postura de Edward era la de uno que escucha. 
Edward no respondió. 
"¿Podría conocerla?" Aro-preguntó casi implorando -con un 
repentino ansioso interés. "Nunca he soñado con la existencia de 
tal cosa en todos mis siglos. ¡Qué adición a nuestras historias!" 
"¿De qué se trata, Aro?" Caius se quebró antes de que Edward 
pueda responder. Sólo la pregunta me hizo tirar a Renesmee 
alrededor de mis brazos, acunándola en protección contra mi 
pecho.  
"Algo con lo que nunca has soñado, mi amigo práctico. Tome un 
momento para reflexionar, sobre la justicia que intentabamos 
librar ya no se aplica." 
Caius siseó en sorpresa a sus palabras.   
"Paz, hermano", advirtió suavemente Aro.  
Esto debería haber sido una buena noticia - estas fueron las 
palabras que habíamos estado esperando, el indulto que nunca 
realmente creímos posible. Aro había escuchado la verdad. Aro 
había admitido que la ley no se había roto. 
Pero mis ojos se remacharon en Edward, y ví los músculos de su 
espalda tensarse. Repetí en mi cabeza la instrucción de Aro para 
Caius para reflexionar, y escuchar el doble sentido. 
"¿Vas a presentarme a tu hija?" Aro pregunto a Edward de nuevo. 
Caius no fue el único que bufó a esta nueva revelación.  
Edward asintió a regañadientes. Y, sin embargo, Renesmee se 
había ganado a tantos otros. Aro siempre parecía ser el líder de los 
antiguos. Si el estuviera de su lado, los otros podrían actuar en 
contra de nosotros?  
Aro todavía se apoderaba de la mano de Edward, respondió a una 
pregunta que el resto de nosotros no había oído. 
"Creo que un compromiso sobre este punto es, sin duda, 
aceptable, en virtud de las circunstancias. Nos reuniremos en el 
centro."  
Aro liberó su mano. Edward volvió hacia nosotros, y Aro se le 
unió, lanzando un brazo casualmente en los hombro de Edward 
como si fueran los mejores los amigos-, manteniendo al mismo 
tiempo el contacto con la piel de Edward. Ellos comenzaron a 
cruzar el campo de nuevo a nuestro lado. 
Todo el guardia cayó en el paso detrás de ellos. Aro levantó una 
mano por negligencia sin tener en cuenta.  
"Esperen, mis seres queridos. Verdaderamente, realmente no nos 
quieren hacer ningún daño si somos pacíficos".  
La guardia reaccionó a esto más abiertamente que antes, con 
gruñidos y siseos de protesta, pero sostuvo su posición. Renata, 
aferrándose más cerca de Aro que nunca, gimoteó en ansiedad.  
"Maestro", le susurró. 
"No te asustes, mi amor", respondió. "Todo está bien." 
"Tal vez usted debería llevar a algunos miembros de su guardia 
con nosotros," Edward sugirió. "Los hará sentirse mas cómodos"  
Aro asintió como si se trataba de una sabia observación que 
debería haber pensado el mismo. Él se chasqueó sus dedos dos 
veces. "Felix, Demetri."  
Los dos vampiros estaban a su lado al instante, mirando con 
precisión como la vez pasada que yo los había encontrado. 
Demetri con fuerza y flaco como la lámina de una espada, Felix 
grande, pesado y amenazador como una porra de hierro 
claveteada. 
Los cinco de ellos se detuvieron en el centro del campo cubierto 
de nieve. 
"Bella", llamaó Edward. "Trae a Renesmee ... y unos amigos." 
Tomé una respiración profunda. Mi cuerpo estaba apretado con la 
oposición. La idea de llevar a Renesmee al centro del conflicto... 
Pero yo confiaba en Edward. Él sabría si Aro estaba en 
planificación de cualquier traición en este momento. 
Aro tenía tres protectores en su lado de la cumbre, por lo que iba a 
traer dos conmigo. Me tomó sólo un segundo para decidir. 
"Jacob? Emmett?" Pregunté en silencio. Emmett, porque se 
estaría muriendo por ir. Jacob, porque él no sería capaz de 
soportar quedarse atrás. 
Ambos asintiron. Emmett sonrió abiertamente. 
Crucé el campo con ellos de acompañamiento. Escuché otros 
ruidos de la guardia, ya que vieron mis elecciones - claramente, 
no confiaban en el hombre lobo. Aro levantó su mano, agitando 
su protesta fuera de nuevo. 
"Interesante compañía que mantienen", Demetri murmuró a 
Edward.  
Edward no respondió, pero un bajo gruñido se deslizó a través de 
los dientes de Jacob.  
Nos detuvimos a escasos metros de Aro. Edward salió de bajo del 
brazo de Aro y rápidamente se unió a nosotros, tomando mi 
mano.  
Por un momento nos enfrentamos unos a otros en silencio. A 
continuación, Felix me saludó en un bajo de lado.  
"Hola de nuevo, Bella". Él sonrió abiertamente arrogantemente 
mientras todavía siguiendo a Jacob en cada tirón con su visión 
periférica 
Reí irónicamente al vampiro montañoso. "Hey, Felix". 
Felix rió por lo bajo. "Te ves bien. La inmortalidad te queda" 
"Muchas gracias".  
"Eres bienvenida. Es tan malo..."   
Él dejó su comentario calmarse en el silencio, pero yo no 
necesitaba el don de Edward para imaginar el final. Es demasiado 
malo que vayamos a matarte en un segundo. 
"Sí, demasiado malo, ¿no?" Murmuré. 
Felix guiñó.  
Aro no prestó atención a nuestro cambio. Él apoyó su cabeza a un 
lado, fascinado. "Yo escucho su extraño corazón", murmuró con 
un ritmo casi musical en sus palabras. "Huelo su extraño 
perfume" Entonces sus ojos nebulosos pasaron a mí. "En verdad 
joven Bella, la inmortalidad la vuelve mas extraordinaria" dijo. 
"Es como si estuviera diseñada para esta vida."  
Asentí una vez en reconocimiento de su adulación. 
"¿Te ha gustado mi regalo?" preguntó, mirando el colgante que 
llevaba.  
"Es hermoso, y muy, muy generoso de usted. Gracias.
Probablemente debería haber enviado una nota."  
Aro rió deleitado. "Es sólo un poco de algo que tenía por ahí. 
Pensé que podría complementar tu nuevo rostro, y lo que hace." 
Oí un pequeño silbido del centro de la línea Volturi. Eché un 
vistazo sobre el hombro de Aro. ¡Um! Parecía que Jane no era 
feliz sobre el hecho de que Aro me haya dado un regalo. Aro 
aclaró su garganta para reclamar mi atención. "¿Puedo saludar a 
tu hija, hermosa Bella?" preguntó dulcemente. 
Esto fue lo que habíamos esperado, me recordé a mí misma. La 
lucha contra el impulso de tomar Renesmee y huir con ella, 
caminané dos pasos lentos. Mi escudo onduló hacia afuera detrás 
de mí como un cabo, protegiendo el resto de mi familia mientras 
que Renesmee fue dejada expuesta. Se sentía mal, horrible.  
Aro se reunió con nosotros, su rostro radiante. 
"Pero ella es exquisita", murmuró. "Así como tú y Edward." Y 
luego más fuerte, "Hola, Renesmee".  
Renesmee me miró rápidamente. Asentí.  
"Hola, Aro", respondió formalmente a su altura, alzando su 
timbre de voz. Los ojos de Aro parecían desconcertados. 
"¿Qué es esto?" Caius siseó desde atrás. Él parecía enfurecido por 
la necesidad de preguntar. 
"Mitad mortal, mitad inmortal," Aro le anunció y al resto de la 
guardia sin girar seguían cautivados con su mirada en Renesmee.  
"Concebida así, y llevada por esta recién nacida mientras ella 
seguía siendo humana." 
"Imposible", Caius se burló.  
"¿Crees que me han engañado entonces, hermano?" Aro dijo con 
expresión muy divertida, pero Caius se estremeció. "Es el latido 
del corazón que se oye un engaño también?" 
Caius frunció el ceño, mirando disgustado como si las preguntas 
apacibles de Aro hubieran sido golpes. 
"Con calma y cuidado, hermano", advirtió Aro, todavía sonriendo 
a Renesmee. "Yo sé muy bien cómo amas la justicia, pero no hay 
una justicia que actúe en contra de esta único de su familia. Y 
tanto que aprender, tanto que aprender! Sé que no tienes mi 
entusiasmo por colectar historias, pero ser tolerante conmigo, 
hermano, mientras añado un capítulo que me atonta con su 
improbabilidad. ¡Vinimos esperando sólo justicia y la tristeza de 
amigos falsos, pero mira lo que hemos ganado en cambio! Un 
nuevo brillante conocimiento de nosotros mismos, de nuestras 
posibilidades". 
Él ofreció su mano a Renesmee en invitación. Pero esto no era lo 
que ella quería. Ella se inclinó lejos de mí, estirandose hacia 
arriba, para tocar con las yemas de sus dedos la cara de Aro. 
Aro no reaccionó con conmoción, como casi todos los demás 
habian reaccionado de esa manera al toque de Renesmee; el 
estaba tan acostumbrado a los flujos de pensamientos tanto como 
Edward.  
Su sonrisa se amplió, y suspiró con satisfacción. "Brillante", le 
susurró. 
Renesmee se relajó de nuevo en mis brazos, su pequeña cara 
estaba muy seria. 
"Por favor?" Le preguntó. 
Su sonrisa se torno apacible. "Por supuesto no tengo ningún deseo 
de dañar a sus seres queridos, preciosa Renesmee". 
La voz de Aro era tan consoladora y cariñosa, que me recogió 
durante un segundo. Y entonces oí los Edward dientes moler 
juntos y, lejos detrás de nosotros, El indignado silbido de Maggie 
ante la mentira.  
"Me pregunto," dijo cuidadosamente Aro, que parece ignorar la 
reacción ante sus palabras anteriores. Sus ojos se trasladaron  
inesperadamente a Jacob, y en lugar de la repugnancia con la que 
los demás Volturi miraban el lobo gigante, los ojos se llenaron 
con un anhelo que yo no comprendí. 
"No funciona de esa manera," Edward dijo, la cuidadosa 
neutralidad abandonó de repente su tono áspero.  
"Sólo un pensamiento errante", dijo Aro, evaluando abiertamente 
a Jacob y, a continuación, sus ojos se trasladaron lentamente a 
través de las dos líneas de hombres lobos detrás de nosotros. Lo 
que sea que Renesmee le haya mostrado, hizo a los lobos de 
repente interesantes para él.  
"Ellos no nos pertenecen, Aro. Ellos no siguen nuestras órdenes 
así. Ellos están aquí porque ellos quieren estar. "
Jacob gruñó de manera amenazante 
"Aunque ellos parecen estar bastante conectados contigo," dijo 
Aro. "Y tu joven pareja... y su familia. Lealtad" Su voz acariciaba 
suavemente la palabra. 
"Ellos están comprometidos a proteger la vida humana, Aro. Eso 
hace que sean capaces de coexistir con nosotros, pero apenas con 
usted. A no ser que quieras repensar tu estilo de vida." 
Aro se rió alegremente. "Sólo un pensamiento errante", repitió. 
"Tu bien sabes como es. Ninguno de nosotros puede totalmente 
controlar nuestros deseos subconscientes. "  
Edward hizo una mueca. "Realmente sé como es. Y también sé la 
diferencia entre aquella clase de pensamiento y la clase con un 
propósito detrás de él. Nunca podría funcionar, Aro". 
La inmensa cabeza de Jacob se volvió en dirección a Edward, y 
un débil gimoteo se resbaló de entre sus dientes. 
"Él está cautivado con la idea de ... perros guardianes," Edward 
murmuró atrás. 
Hubo un segundo de silencio sepulcral, y luego el sonido de los 
gruñidos furiosos que se rasgaban de la manada entera que 
llenaba el claro gigantesco. 
Hubo un fuerte ladrido de mando - de Sam, yo adiviné, aunque yo 
no me volví para ver - y la denuncia rompió en ominoso silencio. 
"Supongo que las respuestas a esa pregunta," Aro dijo, riendo de 
nuevo. "Este lote ha escogido su lado." 
Edward silbó y se apoyó hacia adelante. Agarre su brazo, 
preguntándome qué podría haber en los pensamientos de Aro que 
lo hacían reaccionar de manera violenta, mientras que Félix y 
Demetri se deslizaban a gachas en sincronización. Aro les indicó 
retirarse de nuevo. Todos ellos regresaron a su antigua postura, 
Edward incluído. 
"Tanto que discutir", dijo Aro, su tono de repente fue el de un 
hombre de negocios. "Tanto que decidir. Si ustedes y sus 
protectores peludos me disculpan, mis queridos Cullen, debo 
consultar con mis hermanos." 


No hay comentarios:

Publicar un comentario