domingo, 8 de abril de 2012

Amanecer ♟♜ Capítulo 30: Irresistible






Había demasiadas cosas que pensar.
¿Cómo iba a encontrar un tiempo a solas para perseguir a J. 
Jenks? Y ¿Por qué quería Alice que supiera algo de él? 
Si la pista de Alice no tenía nada que ver con Renesmeé, ¿qué 
podía hacer yo para salvar a mi hija? 
¿Cómo íbamos a explicar Edward y yo sobre esto a la familia de 
Tanya en la mañana? ¿Qué pasaría si ellos reaccionaban como 
Irina? ¿Qué pasaría si todo eso se convertía en una pelea? 
No sabía cómo pelear. ¿Cómo iría a aprender en tan sólo un mes? 
¿Había alguna posibilidad de que pudiera aprender demasiado 
rápido para que llegara ser un peligro para algún miembro de los 
Volturi? ¿O estaba condenada a ser totalmente inútil? Como una 
recién nacida que fuera despachada. 
Tantas respuestas que necesitaba, pero sin oportunidad de 
formular mis preguntas. 
Esperando alguna normalidad por parte de Renesmeé, yo había 
insistido en llevarla a nuestra casa de campo a la hora de dormir. 
Jacob estaba más cómodo en su forma de lobo en ese momento; la 
tensión era más fácil de tratar cuando él se sentía listo para pelear. 
Deseaba sentirme igual, podía sentirlo. Corrió en el bosque, de 
nuevo en guardia. 
Después que quedó profundamente dormida, puse a Renesmeé en 
su cama y luego fui al cuarto de enfrente a hacerle mis preguntas 
a Edward. Las que yo era capaz de preguntar, al menos; uno de 
los problemas más difíciles fue la idea de tratar de esconderle 
algunas cosas, incluso con la ventaja que no podía leer mis 
pensamientos. 
Él se mantuvo dándome la espalda, mirando fijamente al fuego.  
“Edward, yo-“ 
Giró y cruzó la habitación en lo que pareció no haber transcurrido 
una sola milésima de segundo, yo sólo tenía tiempo para registrar 
la feroz expresión en su rostro antes que sus labios aplastaran los 
míos y sus brazos me encerraran como vigas de acero. 
No volví a pensar en mis preguntas en lo que quedaba de la 
noche. No me tomó mucho tiempo asentir la razón de su humor, y 
me tomó incluso menos sentirme exactamente igual. 
Había estado planeando los años que me tomaría ordenar algo de 
la pasión que sentía por su físico. Y siglos después para 
disfrutarlo. Si nos quedara sólo un mes más juntos… Bueno, no vi 
cómo podría esperar este final. Por el momento no podía evitar 
ser egoísta. Todo lo que quería era amarlo tanto cómo pudiera en 
el límite de tiempo que tenía. 
Fue difícil apartar mi cuerpo del suyo cuando el sol salió, pero 
teníamos un trabajo que hacer, un trabajo que sería incluso más 
difícil que los de toda la familia juntos. Tan pronto como me 
permití pensar en lo que nos esperaba, estaba tensionada; sentí 
como si mis nervios se estiraran más y más. 
“Ojalá haya una manera de que Eleazar no de toda la información 
que necesitamos antes de decirles sobre Nessie,” Edward 
refunfuñó cuando apresuradamente nos vestimos en el enorme 
armario que hizo que me acordara de Alice en ese momento. 
“Sólo por si acaso”. 
“Pero él no va entender la pregunta como para responderla”, 
agregué, “¿piensas que nos dejarán explicarles?” 
“No lo sé” 
Levanté a Renesmeé de su cama, todavía dormida, y la sostuve de 
modo que al final sus rizos estuvieron presionados contra mi 
rostro; su olor dulce, tan cerca, superó cualquier otro olor. 
No podía desperdiciar un solo segundo de ese día. Había 
respuestas que necesitaba, y no sabía cuanto tiempo tendríamos 
Edward y yo para estar a solas. Si todo iba bien con la familia de 
Tanya, había esperanza en que tendríamos compañía por un 
periodo extenso. 
“Edward, ¿me enseñarás cómo pelear?” le pregunté, tensa frente a 
su reacción mientras él sostenía la puerta para mí.
Era como esperaba. Se congeló, y luego sus ojos me barrieron con 
una profunda y significante mirada, como si me mirara por 
primera vez o por última vez. Sus ojos se detuvieron en nuestra 
hija dormida en mis brazos. 
“Si se convierte en una pelea, no habrá mucho que podamos 
hacer,” marcó. 
Pero continué hablando. “¿No me dejarás defenderme?” 
Él ingirió convulsivamente, y la puerta se estremeció, 
protestando, con su mano apretada. Entonces asintió con la 
cabeza. “Cuando lo pones de esa manera… supongo que ponernos 
a trabajar tan pronto como podamos.” 
Asentí también, y comenzamos a caminar hacia la casa grande. 
No teníamos prisa. 
Me preguntaba que podría hacer que pudiera marcar alguna 
diferencia. Era un poquito especial, a mi manera- si el tener un 
cráneo grueso raro realmente podría considerarse como algo 
especial. ¿Había algún uso que le pudiera dar? 
“¿Cuál es su mayor ventaja? ¿Tienen alguna debilidad?” 
Edward no tuvo que preguntar para saber que me refería a los 
Volturi. 
“Alec y Jane son sus grandes armas de ataque,” dijo sin emoción, 
como si estuviéramos hablando de un equipo de basketball. “Sus 
defensas rara vez ven algo de acción”. 
“Porque Jane puede quemarte donde estés-al menos mentalmente. 
¿Qué hace Alec? ¿No dijiste una vez que él era incluso más 
peligroso que Jane?” 
“Sí, en cierto sentido, él es el antídoto de Jane. Ella te hace sentir 
el peor dolor que puedas imaginar. Alec, por otro lado, te hace 
sentir nada. Absolutamente nada. Algunas veces, cuando los 
Volturi se compadecen, hacen que Alec anestesie a alguien antes 
que sea ejecutado. Si el acusado se rindió o les imploró de alguna 
manera”. 
“¿Anestesia? ¿Pero cómo puede ser eso más peligroso que Jane?” 
“Porque corta todos tus sentidos juntos. No hay dolor, pero 
tampoco vista o sentido del oír u oler. Privación sensorial total. 
Estás completamente solo en la oscuridad. Ni siquiera sientes 
cuando te están quemando.” 
Temblé. ¿Era eso lo mejor que podíamos esperar? ¿No ver o 
sentir la muerte cuando llegara? 
“Eso sólo lo haría igual a de peligroso que Jane.” Edward 
continuó con la voz distante, “en eso, los dos pueden 
incapacitarte, haciéndote un blanco más fácil. La diferencia entre 
ellos es como la diferencia entre Aro y yo. Aro escucha la mente 
de una persona a la vez. Jane solo puede un objeto a la vez. Yo 
puedo oír a todos al mismo tiempo.” 
Me sentí helada al ver a donde se dirigía. “¿y Alec puede 
incapacitarnos a todos al mismo tiempo?” susurré. 
“Sí,” dijo. “si él usa su habilidad contra nosotros, todos estaremos 
parados, ciegos y sordos hasta que ellos se acerquen para 
matarnos-quizá simplemente nos quemen sin molestarse en 
separarnos primero. Oh, podríamos intentar luchar, pero sería más 
probable que nos hiriéramos a nosotros mismo que herir a uno de 
ellos.” 
Caminamos en silencio por unos segundos.  
Una idea se formaba en mi mente. No muy prometedora, pero 
mejor que nada. 
¿“Crees que Alec es un buen luchador?” pregunté. “a parte de lo 
que puede hacer, digo. Si tuviera que pelear sin su habilidad. Me 
pregunto si alguna vez lo habrá intentado…” 
Edward me miró bruscamente. “¿En qué estás pensando?” 
Miré fijo hacia delante. “bueno, probablemente él no podrá 
hacérmelo a mi, ¿no? Si lo que hace es como Aro y Jane y tú. 
Quizá…si nunca antes se haya defendido… he aprendido algunos 
trucos-“ 
“Él ha estado con los Volturi por siglos,” Edward me cortó las 
palabras, su voz sonó abruptamente en pánico. Probablemente 
estuviera viendo la misma imagen que yo veía en la mía: los 
Culles como indefensos pilares en el lugar de la masacre-todos 
menos yo. Sería la única podría luchar. “Sí, es cierto, eres inmune 
a su poder, pero eres todavía una neófita, Bella. No puedo hacerte 
tan fuerte como un luchador en pocas semanas. Estoy seguro que 
ha tenido entrenamiento.” 
“Quizá, quizá no. Es lo único que puedo hacer que otra persona 
no puede. Incluso si pudiera sólo distraerlo por un momento- “ 
Podría durar lo suficiente para como para darles una oportunidad? 
“Por favor, Bella”, Edward dijo a través de sus dientes. “No 
hablemos de esto”. 
“Sé razonable” 
“Trataré de enseñarte lo que pueda, pero por favor no me hagas 
pensar en ti sacrificándote a ti misma como una diversión-“ se 
calló sin terminar la frase. 
Asentí. Entonces me quedaría con mis planes para mi misma. 
Primero Alec y luego, si era lo milagrosamente suertuda para 
ganar, Jane. Si tan solo pudiera-remover esos ataques que los 
aventajaban. Quizá entonces habría una oportunidad… 
Mi mente siguió hacia delante. ¿Qué si yo era capaz de distraerlos 
o incluso acabarlos? Honestamente, ¿por qué Jane o Alec 
hubieran necesitado aprender trucos de batalla? No podía 
imaginar a la irritante pequeña Jane rindiéndose frente a su 
ventaja, ni para aprender. 
Yo era capaz de matarlos. Que diferencia que haría.
“Tengo que aprender todo. Tanto como pueda entrar en mi cabeza 
en el siguiente mes,” murmuré. 
Él hizo como si no hubiera hablado. 
Entonces, ¿quién sería el siguiente? Debía tener mi planes en 
orden entonces, si sobrevivía atacando a Alec, no vacilaría en mi 
jugada. Traté de pensar en otra situación donde mi grueso cráneo 
me daría alguna ventaja. No sabía mucho de lo que los otros 
hacían. Obviamente, luchadores como Felix, tan grandes, estarían 
detrás de mí. Sólo podría tratar de darle a Emmett su pelea justa 
ahí. No sabía más acerca de los otros guardias de los Volturi, a 
demás de Demetri…
Mi cara estuvo perfectamente lisa cuando consideré a Demetri. 
Sin duda alguna, él sería un luchador. No habría otra manera que 
pudiera haber sobrevivido tanto tiempo, siempre preparado para 
cualquier ataque. Y seguro que siempre era el líder, ya que él era 
su rastreador-el mejor rastreador del mundo, sin duda. Si hubiera 
existido uno mejor, los Volturi lo habrían comprado. Aro no se 
contentaba con el segundo mejor. 
Si Demetri no existiera, entonces podríamos huir. Cualquiera que 
quedara de nosotros, en cualquier caso. Mi hija, cálida en mis 
brazos…alguien podría huir con ella. Jacob o Rosalie, 
quienquiera que sobreviviera. 
y… si Demetri no existiera, entonces Alice y Jasper estarían a 
salvo por siempre. ¿Era eso lo que Alice había visto? ¿Esa parte 
de nuestra familia podría continuar? Los dos, al final.  
¿Podía envidiar eso? 
“Demetri…” dije. 
“Demetri es mío” dijo Edward con voz dura. Lo miré rápidamente 
y vi que su expresión se había tornado violenta. 
“¿Por qué?” susurré. 
Él no respondió al rato. Estábamos por el río cuando finalmente 
murmuró, “Por Alice. Es el único agradecimiento que puedo darle 
ahora por los últimos cincuenta años”. 
Entonces sus pensamientos estuvieron en línea con los míos. 
Oí las pesadas patas de Jacob cayendo con un ruido sordo en el 
suelo congelado. En segundos, él estaba a mi lado siguiendo mi 
ritmo, sus oscuros ojos fijos en Renesmeé. 
Lo saludé con la cabeza una vez y luego volví a mis preguntas. 
Había tan poco tiempo. 
“Edward, por qué crees que Alice nos dijo que le preguntáramos a 
Eleazar acerca de los Volturi? ¿Ha estado en Italia recientemente 
o que? ¿Qué podría saber él?” 
“Eleazar sabe todo cuando se trata de los Volturi. Me olvidé que 
lo no sabías. Él era uno de ellos.” 
Silbé involuntariamente. Jacob gruñó a mi costado. 
“¿Qué? Exigí, en mi cabeza imaginé al moreno hermoso en 
nuestra boda, abrigado con una capa larga color ceniza. 
El rostro de Edward era más suave ahora – sonrió un poquito. 
“Eleazar es una persona bien gentil. No se sentía a gusto del todo 
con los Volturi, pero respetó la ley y su necesidad por ser 
cumplida. Él sintió que se dirigía hacia un bien mayor. Él no se 
arrepiente de su tiempo con ellos. Pero cuando encontró a 
Carmen, encontró su lugar en este mundo. Ellos son personas  
muy similares, los dos muy compasivos por los vampiros”. Sonrió 
de nuevo. “Ellos conocieron a Tanya y a sus hermanas, y nunca 
más miraron al pasado. Ellos están bien satisfechos con ese estilo 
de vida. Aún si nunca hubieran encontrado a Tanya, imagino que 
eventualmente hubieran descubierto una manera de vivir sin 
sangre humana en su cuerpo.” 
Las imágenes en mi cabeza no coincidían. No podía hacerlas 
coincidir. ¿un soldado Volturi compasivo? 
Edward miró a Jacob y le respondió una pregunta silenciosa. “No, 
él no era uno de sus guerreros, en el sentido de la palabra. Él tenía 
una habilidad que la encontraron conveniente.” 
Jacob seguro preguntó continuación de la pregunta tan obvia. 
“Él tiene un instintivo sentido por las habilidades de los otros – 
una habilidad extra que algunos vampiros tienen.” Le dio Edward. 
“Él podía darle a Aro una idea general de cualquier habilidad de 
cualquier vampiro estando sólo a unos metros de él o ella. Esto 
fue útil cuando los Volturi fueron a batalla. Él les podía advertir si 
alguien de la oposición tenía algo que quizá les daría problemas. 
Eso era raro; esto era una verdadera habilidad y podía incomodar 
incluso a un Volturi por un momento. Más a menudo, la 
advertencia daría a Aro la posibilidad de salvar a alguien que le 
sería útil. La habilidad de Eleazar funciona incluso con humanos, 
en cierto grado. Tenía que concentrarse bastante con los humanos, 
ya que su latente habilidad se nublaba. Aro lo tenía para probar a 
la gente que quería que se les uniese, para ver si tenía potencial. 
Aro sintió mucho verlo partir.” 
“¿Ellos lo dejaron ir?” pregunté. “¿Así de simple?”
Su sonrisa ahora era más oscura, un poco retorcida. “Los Volturi 
no se supone que son los villanos, la manera que tú los ves. Ellos 
son la fundación de nuestra paz y civilización. Cada miembro de 
la guardia elige servirles. Es un gran prestigio; todos están 
orgullosos de estar ahí, no son forzados a estar ahí.”  
Fruncí el ceño a la tierra. 
“Ellos son sólo alegados a ser crueles con los criminales, Bella.”  
“Nosotros no somos criminales.” 
Jacob resolló en acuerdo. 
“Ellos no lo saben.” 
“¿De verdad crees que podemos hacerlos parar y escucharnos?” 
Edward vaciló por un diminuto momento y luego encogió los 
hombros. “Si encontramos suficientes amigos de nuestro lado. 
Quizá.” 
Si encontramos… de repente sentí una urgencia que hace un rato 
no teníamos. Edward y yo comenzamos a movernos más rápido, 
rompiendo a correr. Jacob la captó rápidamente. 
“Tanya no debe quedarse por mucho más tiempo,” dijo Edward. 
“Necesitamos estar preparados.” 
Sin embargo, ¿cómo íbamos a estar preparados? Arreglamos y rearreglamos, 
pensamos y volvimos a pensarlo. ¿Renesmeé a la 
vista o primero escondida? ¿Jacob en el cuarto o afuera? le diría a 
su paquete que se quedara cerca pero invisible. ¿Debería hacer él 
lo mismo? 
Al final, Renesmeé, Jacob-en su forma humana-y yo esperamos 
en la esquina de la puerta principal en el comedor, sentados en la 
gran pulida mesa. Jacob me dejó sostener a Renesmeé; él quería 
espacio en caso que tuviera que entrar en fase rápidamente. 
Pero yo estaba feliz de tenerla en mis brazos, me hizo sentir útil. 
Me recordó que en una pelea con vampiros maduros, no era más 
un blanco fácil; no necesitaba mis manos libres. 
Traté de recordar a Tanya, Kate, Carmen y Eleazar en la boda. 
Sus rostros eran oscuros en mis vagos recuerdos. Sólo sabía que 
eran hermosos, dos rubias y dos morenas. No podía recordar si 
había algo de bondad en sus ojos. 
Edward se inclinó inmóvil contra la pared trasera, mirando 
fijamente la puerta principal. No parecía que estuviera mirando el 
cuarto en frente de él. 
Escuchamos los carros pasar el la autopista, ninguno iba lento. 
Renesmeé se acomodó en mi cuello, sus manos contra mis 
mejillas pero no había imágenes en mi cabeza. Ella no tenía 
imágenes para sus sentimientos ahora. 
“¿Qué pasará si no les gusto?” susurró, y todos nuestros ojos se 
dirigieron hacia su rostro. 
“Claro que lo-“ Jacob comenzó a decir, pero lo callé con una 
mirada. 
“Ellos no te entienden, Renesmeé, porque ellos nunca han 
conocido a alguien como tú”, le dije, no esperaba mentirle con 
promesas que quizá no se cumplirían. “Hacerlos entender es el 
problema.” 
Ella suspiró, y en mi cabeza pasaron imágenes de todos nosotros 
en un estallido rápido. Vampiro, humano, hombre lobo. Ella no 
encajaba. 
“Eres especial, eso no es malo.” 
Ella sacudió su cabeza en desacuerdo, ella pensó en nuestros 
estirados rostros y dijo, “Esto es mi culpa”. 
“No”, Jacob, Edward y yo dijimos exactamente al mismo tiempo, 
pero antes que pudiéramos argumentar algo más, escuchamos el 
sonido que estábamos esperando; la desaceleración de un motor 
en la autopista sin peaje, los neumáticos moviéndose de 
pavimento a una suave suciedad. 
Edward se lanzó a la esquina esperando en la puerta. “Renesmeé 
se escondió en mi cabello. Jacob y yo nos miramos a través de la 
mesa, desesperación en nuestros rostros. 
El carro se movió rápidamente a través del bosque, más rápido de 
lo que Charlie o Sue manejaran. Escuchamos como avanzaban 
hacia el prado y pararon frente al porche principal. Cuatro puertas 
fueron abiertas y cerradas. No hablaron mientras se aproximaban 
a la puerta. Edward la abrió antes que pudieran tocar. 
“¡Edward!” una entusiasmada voz dijo. 
“Hola, Tanya. Kate, Eleazar, Carmen.” 
Tres murmuros diciendo hola. 
“Carlisle dijo que necesitaba hablar con nosotros urgente,” dijo la 
primera voz, Tanya. Los podía oír incluso si seguían afuera. Me 
imaginé a Edward en el pasadizo de la puerta, bloqueando su 
paso. “¿Cuál es el problema? ¿riñas con los hombres lobo?” 
Jacob volteó sus ojos.  
“No”, dijo Edward. “Nuestra alianza con los hombres lobo es más 
fuerte que antes.” 
Una mujer se rió entre dientes. 
“¿No nos vas a invitar a pasar?” Tanya preguntó. Y luego ella 
continuó sin esperar una respuesta. “¿Dónde está Carlisle?” 
“Carlisle se tuvo que ir.” 
Hubo un corto silencio. 
“¿Qué pasa Edward?” exigió Tanya. 
“Si me podrían dar el beneficio de la duda por sólo unos 
minutos,” él respondió. “Tengo algo que explicarles y es muy 
dificultoso, y necesito que estén con su mente abierta hasta que 
entiendan.”  
“¿Carlisle está bien?” una voz masculina pregunto ansiosa. 
Eleazar. 
“Ninguno de nosotros está bien, Eleazar,” dijo Edward, y luego 
acarició algo, quizá el hombro de Eleazar. “Pero físicamente, 
Carlisle está bien.” 
“¿Físicamente?” Tanya preguntó cortante. “¿Qué quieres decir?” 
“Quiero decir que mi familia entera esta en grave peligro. Pero 
antes de explicarles, les pedí su palabra. Escuchen todo lo que 
tengo que decir antes que reaccionen. Les pido que me escuchen.” 
Un largo silencio respondió a su petición. Por ese silencio, Jacob 
y yo nos miramos mudamente el uno al otro. Sus labios rojizos 
palidecieron. 
“Estamos escuchando,” finalmente dijo Tanya. “Escucharemos 
todo antes de juzgar”. 
“Gracias, Tanya,” dijo fervientemente Edward. “No los 
implicaríamos en eso si tuviéramos otra opción.” 
Edward se movió. Escuchamos cuatro pasos diferentes caminando 
a través de la puerta. 
Alguien olfateó. “Sabía que esos hombres lobo estarían 
implicados”, musitó Tanya. 
“Sí, y están de nuestro lado. De nuevo.” 
El recordatorio silenció a Tanya. 
“¿Dónde está Bella?” una las otras voces femeninas preguntó. 
“¿Cómo está?” 
“Se nos unirá en un momento. Ella está bien, gracias. Ella está 
tomando la inmortalidad con una delicadeza asombrosa.” 
“Dinos sobre el peligro, Edward,” dijo Tanya despacio. 
“Escucharemos, y estaremos de tu lado, donde pertenecemos.”  
Edward tomó un profundo respiro. “Me gustaría que atestiguaran 
por ustedes mismos primero. Escuchen-en el otro cuarto. ¿Qué 
oyen?” 
Todo estaba tranquilo, y de repente hubo movimiento. 
“Sólo escuchen primero, por favor,” dijo Edward. 
“Asumo un hombre lobo, puedo oír su corazón,” dijo Tanya. 
“¿Qué más?” preguntó Edward. 
Hubo una pausa. 
“¿Qué es ese rasgueo?” Kate o Carmen preguntaron. “¿Es 
eso…algún tipo de pájaro?” 
“No, pero recuerden lo que están oyendo. Ahora, ¿qué huelen? A 
demás del hombre lobo.” 
“¿Hay un humano ahí?” susurró Eleazar. 
“No,” dijo Tanya en desacuerdo. “No es un humano… pero… 
más cerca a un humano que el resto de los olores aquí. ¿Qué es 
eso, Edward? No creo que haya olido esa fragancia 
anteriormente.” 
“De seguro no lo has hecho, Tanya. Por favor, por favor
recuerden que es algo totalmente nuevo para ustedes. Tiren sus 
ideas preconcebidas.” 
“Te prometo que voy a escuchar, Edward.” 
“Bien, entonces. ¿Bella? Trae a Renesmeé, por favor.” 
Sentí mis piernas extrañamente adormecidas, pero sabía que ese 
sentimiento estaba sólo en mi cabeza. Me obligué a no 
contenerme, no quedarme estática, cuando me paré y anduve a 
pasos cortos a la esquina. El calor del cuerpo de Jacob ardió cerca 
de mí al momento que seguía mis pasos.  
Di un paso en el cuarto más grande y entonces me congelé, 
incapaz de forzarme a mi misma a avanzar. Renesmeé tomó un 
profundo aliento y luego se asomó de dentro mi cabello. Sus 
pequeños hombros tensos, esperando el rechazo. 
Pensé que estaba preparada para su reacción. Para acusaciones, 
para gritos, para la inmovilidad de una profunda tensión. 
Tanya retrocedió cuatro pasos, sus rizos de fresa temblaron, como 
un humano confrontado por una serpiente venenosa. Kate saltó 
hacia atrás todo el camino hacia la puerta principal y se mantuvo 
contra la pared allí. Un siseo sobresaltado salió de sus dientes 
apretados. Eleazar se lanzó en frente de Carmen protegiéndola. 
“Oh por favor” escuché a Jacob decir bajo su aliento. 
Edward nos rodeó con sus brazos. “Prometieron que 
escucharían.” Les recordó. 
“¡Algunas cosas pueden ser escuchadas!” exclamó Tanya. 
“¿Cómo pudiste, Edward? ¿Sabes lo que esto significa?” 
“Tenemos que salir de aquí.” Dijo ansiosamente Kate, con su 
mano en la manija de la puerta. 
“Edward…” Eleazar parecía hablar más allá de las palabras. 
“Esperen,” dijo Edward, su voz era más dura ahora. “Recuerden 
lo que escucharon, recuerden lo que oyeron, Renesmeé no es loe 
que ustedes piensan”. 
“Esta regla no tiene excepciones, Edward,” Tanya se tiró para 
atrás. 
“Tanya,” dijo Edward cortante, “¡puedes oír sus latidos! Para y 
piensa en lo que significa.” 
“¿Sus latidos?” susurró Carmen, mirando fijamente por encima 
del hombro de Eleazar.  
“Ella no es una niña completamente vampiro,” respondió Edward, 
dirigiendo su atención hacia la hostil expresión de Carmen. “Ella 
es mitad humana.” 
Los cuatro vampiros lo miraron fijamente como si estuviera 
hablando una lengua que ninguno de ellos entendía. 
“Escúchame”. La voz de Edward cambió a un tono aterciopelado 
de persuasión. “Renesmeé es única. Soy su padre. No su creador – 
su padre biológico.” 
La cabeza de Tanya estaba temblando con un pequeño 
movimiento. No estaba conciente de eso. 
“Edward, no puedes esperar que nosotros-“, empezó Eleazar. 
“Dime otra explicación que encaje entonces, Eleazar. Puedes 
sentir la calentura de su cuerpo en el aire. Sangre corriendo por 
sus venas, Eleazar. Puedes olerlo.” 
“¿Cómo?” Kate tomó un aliento. 
“Bella es su madre biológica,” le dijo Edward. “Ella concibió, 
cargó y dio a luz a Renesmeé mientras todavía era humana. Casi 
la mata. Me vi presionado a poner suficiente veneno en su 
corazón para poder salvarla,” 
“Nunca había escuchado algo así.” Dijo Eleazar. Sus hombros 
todavía estaban rígidos, su expresión se mantenía helada. 
“Relaciones físicas entre vampiros y humanos no son comunes,” 
dijo Edward, con un poco de humor oscuro en el tono de su voz. 
“Humanos sobrevivientes a esa clase de contacto son incluso 
menos comunes. ¿Estamos de acuerdo, primos?” 
Tanya y Kate le fruncieron el ceño. 
“Vamos, Eleazar. Estoy seguro de que ves el parecido.” 
Era Carmen la que ahora respondió a las palabras de Edward. Ella 
avanzó rodeando a Eleazar, ignorando su advertencia media articulada,
 y caminó con cuidado hasta estar en frente de mí. Bajó 
la mirada despacio, mirando cuidadosamente al rostro de 
Renesmeé. 
“Parece que tienes los ojos de madre,” dijo bajo y con una voz 
calmada, “pero el rostro de tu padre.” Y luego, como si no pudiera 
contenerse, sonrió a Renesmeé. 
La sonrisa en respuesta de Renesmeé era de asombro. Tocó mi 
rostro sin apartar la mirada de Carmen. Se imaginó tocando el 
rostro de Carmen, preguntándose si sería correcto. 
“¿Les importaría si Renesmeé les cuenta algo de ella?” le 
pregunté a Carmen. Yo estaba todavía demasiado tensionada para 
hablar susurrando. “Ella tiene un don para explicar las cosas.” 
Carmen todavía le sonreía a Renesmeé. “¿Hablarías, pequeñita?” 
“Sí,” respondió Renesmeé en su soprano bien alto. Todos los de 
la familia de Tanya se estremecieron al escuchar su voz, todos 
menos Carmen. “Pero puedo enseñarles más de lo puedo 
contarles.” 
Ella posó su pequeña mano en la mejilla de Carmen. 
Carmen se paralizó como si electricidad estuviera pasando por su 
cuerpo. En un instante, Eleazar estaba a su lado, con sus manos en 
los hombros de Carmen, tratando de apartarla. 
“Espera,” dijo Carmen jadeante, con sus ojos clavados en los de 
Renesmeé, sin ni siquiera parpadear. 
Renesmeé “mostró” a Carmen su explicación por un buen tiempo. 
La expresión de Edward era intensa mientras la miraba con 
Carmen, y yo deseé tanto poder escuchar lo que él escuchaba. 
Jacob se movió impaciente atrás de mí, y supe que él estaba 
deseando lo mismo. 
“¿Qué le está enseñando Nessie?” gruño bajo su respiración. 
“Todo,” dijo Edward murmurando. 
Otro minuto pasó, y Renesmeé dejó caer su mano del rostro de 
Carmen. Puso una sonrisa ganadora al vampiro atontado. 
“¿De verdad es su hija, no?” Carmen jadeó, cambiando su mirada 
de ojos topacios al rostro de Edward. “¡Un don tan vívido! Sólo 
podría haber venido de un padre con un gran don.” 
“¿Creíste en lo que te mostró?” preguntó Edward con una intensa 
expresión. 
“Sin duda alguna”, dijo Carmen. 
El rostro de Eleazar estaba rígido por la angustia. “¡Carmen!” 
Carmen tomó su mano y la apretó. “Aunque no lo creas, Edward 
nos ha dicho nada más que la verdad. Deja que la niña te lo 
enseñe.” 
Carmen dio un codazo a Eleazar y lo acercó a mí y a Renesmeé. 
“Enséñale, mi querida.” 
Renesmeé puso un gran sonrisa, claramente deleitada con la 
aceptación de Carmen, y tocó la frente de Eleazar.”
“¡Ay caray!” dijo y se apartó de ella. 
“¿Qué te hizo?” exigió Tanya, acercándose sigilosamente. Kate se 
arrastró más adelante también. 
“Sólo está tratando de mostrar su versión de la historia,” Carmen 
le dijo calmadamente. 
Renesmeé frunció el ceño impaciente. “Mire, por favor,” exigió a 
Eleazar. Ella aproximó su mano a unas pulgadas de su rostro, y 
espero. 
Eleazar la miró con recelo y luego miró a Carmen por ayuda. Ella 
asintió valientemente. Eleazar tomó un respiro profundo y se 
acercó hasta que su frente la tocó de nuevo. 
Él se estremeció esta vez pero continuó, sus ojos se cerraron para 
concentrarse mejor. 
“Ahh,” suspiró cuando sus ojos volvieron a abrirse unos minutos 
más tarde. “Ya lo veo.” 
Renesmeé le sonrió. Él musitó y luego le sonrió sigilosamente en 
respuesta. 
“¿Eleazar?” preguntó Tanya. 
“Es cierto Tanya, todo es verdad. Ella no es una niña inmortal. Es 
mitad humana. Ven. Mira por ti misma.” 
En silencio, Tanya tomó su turno parándose cautelosamente a mi 
costado, y luego llegó Kate, las dos asombradas cuando la 
primera imagen llegó a sus cabezas cuando Renesmeé las tocó. 
Pero luego, igual que Carmen y Eleazar, ellas se vieron 
completamente persuadidas tan pronto como terminaron. 
Eché un vistazo a la cara lisa de Edward, preguntándome si en 
realidad había sido tan fácil. Sus ojos de oro estaban claros, sin 
sombras. No había engaños entonces. 
“Gracias por escuchar,” dijo tranquilo. 
“Pero ahí está el gran peligro que nos advertiste,” dijo Tanya. 
“No directamente desde la niña, puedo verlo, pero seguramente de 
los Volturi. ¿Cuándo se dieron cuenta de ella? ¿Cuándo van a 
venir?” 
No me sorprendí de su rápido entendimiento. Después de todo, 
¿Cuál sería una posible amenaza para una familia tan fuerte como 
la mía? Sólo los Volturi.  
“Cuando Bella vio a Irina ese día en las montañas,” explicó 
Edward, “Ella llevaba a Renesmeé”. 
Kate siseó. Sus ojos se estrecharon, “¿Irina hizo esto? ¿A ti? ¿A 
Carlisle? ¿Irina?” 
“No”, susurró Tanya. “Alguien más…” 
“Alice la vio ir a ellos,” dijo Edward. Me pregunté si los otros 
notaron la manera que se estremeció al pronunciar el nombre de 
Alice. 
“¿Cómo pudo haberlo hecho?” Eleazar soltó la pregunta al aire. 
“Imaginen si hubieran visto a Renesmeé sólo desde cierta 
distancia. Si no hubieran esperado nuestra explicación.” 
Los ojos de Tanya se apretaron. “No importa lo que haya 
pensado… ustedes son nuestra familia”. 
“Ya no hay nada que podamos hacer sobre la decisión de Irina. Es 
demasiado tarde. Alice nos dio un mes.” 
Tanto la cabeza de Tanya como la de Eleazar se amartillaron a un 
lado. Kate arrugó la ceja. 
“¿Tanto tiempo?” preguntó Eleazar. 
“Todos están viniendo. Debemos estar preparados.” 
Eleazar jadeó. “¿La guardia entera?” 
“No sólo la guardia,” dijo Edward, con la mandíbula apretada. 
“Aro, Caius, Marcus. Incluso las esposas.” 
El asombró se posó en todos las miradas. 
“Imposible,” dijo Eleazar vacíamente. 
“Hubiera dicho lo mismo hace dos días.”  
Eleazar frunció el ceño y cuando habló casi estaba gruñendo. 
“Pero eso no tiene sentido. ¿Por qué pondrían en peligro sus vidas 
y a sus esposas?” 
“No tiene sentido desde ese ángulo. Alice dijo que es más que un 
simple castigo por lo que ellos creen que hemos hecho. Ella pensó 
que ustedes podrían ayudarnos.” 
“¿Más que un simple castigo? ¿Pero qué más hay?” Eleazar 
comenzó a andar a paso majestuoso hacia la puerta y volviendo, 
como si estuviera solo en el cuarto. Arrugó sus cejas mirando 
fijamente al piso. 
“¿Donde están los demás, Edward? ¿Carlisle y Alice y el resto?” 
preguntó Tanya. 
La vacilación de Edward apenas se notaba. Respondió sólo una 
parte de su pregunta. “Buscando a más amigos que puedan 
ayudarnos.” 
Tanya se inclinó hacia él, poniendo sus manos delante. “Edward, 
no importa cuántos amigos logren juntar, no podemos ayudarte a 
ganar. Lo único que podemos hacer es morir contigo. Deberías 
saber eso. Por supuesto, quizá nosotros cuatro merecemos esto 
después de lo que Irina hizo, después de cómo te fallamos en el 
pasado-en ese tiempo por su propio bien.” 
Edward sacudió su cabeza rápidamente. “No les estamos pidiendo 
que peleen y mueran con nosotros, Tanya. Sabes que Carlisle 
nunca les pediría algo así.” 
“¿Entonces qué, Edward?” 
“Sólo buscamos testigos. Si podemos detenerlos, sólo por un 
momento. Si nos dejaran explicarles…” tocó la mejilla de 
Renesmeé; ella agarró su mano y la apretó contra su piel. “Es 
difícil dudar de nuestra historia cuando se la ve por uno mismo.” 
Tanya asintió lentamente. “¿Creen que su pasado les va 
importar?”  
“Sólo cuando eso presagia su futuro. El punto de la restricción era 
protegernos de alguna exposición, por los excesos de los niños 
que no se pueden domar.” 
“Yo no soy peligrosa, para nada,” interpuso Renesmeé. Escuché 
su voz aguda y clara con nuevos oídos, imaginando cómo sonaría 
a los otros. “Nunca herí al abuelo o a Sue o a Billy. Amo a los 
humanos. Y a los hombres lobo como mi Jacob.” Ella dejó caer la 
mano de Edward y acarició el brazo de Jacob. 
Tanya y Kate intercambiaron miradas. 
“Si Irina no hubiera venido tan pronto,” musitó Edward, 
“podíamos haber evitado todo esto. Renesmeé crece de una 
manera sin precedentes. Mientras pasó un mes, ella ganó el 
desarrollo de la mitad de un año.” 
“Bueno, eso es algo que lo que seguramente podemos ser 
testigos,” Carmen dijo en un tono decidido. “Seremos capaces de 
prometer que hemos visto su madurez por nosotros mismos. 
¿Cómo los Volturi podrían ignorar tal evidencia?” 
Eleazar musitó, “¿Cómo, en efecto?” pero no levantó la mirada, 
sino continuó caminado como si no estuviera prestando la más 
mínima atención. 
“Si, podemos atestiguar por ti.” Dijo Tanya. “Y mucho 
ciertamente. Consideraremos lo más que podamos hacer.” 
“Tanya”, protestó Edward, poniendo más atención en sus 
pensamientos que en sus palabras, “no esperamos que luchen con 
nosotros.” 
“Si los Volturi no se detienen a escuchar a nuestros testigos, no 
podemos quedarnos simplemente parados.” Insistió Tanya. 
“Claro, sólo hablo por mi misma.” 
Kate resopló. “¿De verdad dudas tanto de mí, hermana?”  
Tanya le sonrió extensamente. “Es una misión suicida, después de 
todo.” 
Kate le devolvió la sonrisa y luego se encogió de hombros 
despreocupadamente. “Me uno”. 
“Yo, también, haré todo lo posible para proteger a la niña,” 
agregó Carmen. Luego, como si no pudiera resistirse, estiró sus 
brazos hacia Renesmeé. “¿Puedo cargarte, bebé linda?” 
Renesmeé se lanzó impaciente hacia Carmen, encantada con su 
nueva amiga. Carmen la sostuvo muy cerca de ella, 
murmurándole en español. 
Fue lo mismo que pasó con Charlie, y con los Cullen antes. 
Renesmeé era irresistible. ¿Qué había en ella que hacía que los 
otros pusieran su vida en su defensa?  
Por un momento pensé que quizá lo que estábamos planeando 
hacer sería posible. Quizá Renesmeé podría eso que era imposible 
y ganar a nuestros enemigos tal y como lo había hecho con 
nuestros amigos. 
Y luego recordé que Alice nos había dejado, y mi esperanza se 
desvaneció tan rápido como había aparecido. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario